1. CUIDADO CON LO QUE DESEAS … (4ª parte)


    Fecha: 05/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Lola Desatada, Fuente: TodoRelatos

    ... tomarse una botella de agua. Me levanté tras él para tomar un poco también. Se dirigió a la mesita y preparó dos rayas más de aquel polvo mágico. Se metió una y me ofreció la otra. Yo accedí sin dudar y me metí aquella raya antes de sentarme sobre él que reposaba en la butaca y comenzar a frotar mi coñito sobre su polla.
    
    Sonó la alarma de mi móvil. Eran las 2,30, la hora convenida. Le estampé un húmedo beso con lengua mientras seguía frotándome contra su polla y me levanté para ir recogiendo y poniéndome la ropa.
    
    “Disculpa, pero me espera el taxi” – me disculpé disponiéndome a vestirme con desgana.
    
    “La próxima vez que venga pasaremos la noche entera. Follas como una diosa” – dijo recostado desnudo en la butaca.
    
    Me vestí y me acerqué para besarlo nuevamente a modo de despedida. Me puso en la mano lo que quedaba de la bolsita de cristal y me pellizcó cariñosamente el culo.
    
    Salí de la habitación apresurada, eran las 2.40 y el taxista me había hecho dos llamadas perdidas. Al pasar por la recepción aquel cerdo sonreía. “Bien que gritabas, ¿eh?” – dijo a mi paso. Lo miré con sonrisa pícara y le respondí “Espero que te la hayas cascado a gusto oyéndonos”.
    
    Salí a la puerta y allí estaba esperando mi taxi. Al subir el taxista hablaba por teléfono y me hizo un gesto con la mano en señal de que esperase un momento.
    
    “Sí, estoy en el hotel este del Aljarafe, no creo que tarde más de 15 minutos en estar” – dijo terminando la conversación.
    
    “¿Qué tal, preciosa? ¿Todo bien?” – preguntó con una sonrisa amplia.
    
    “Sí. Todo bien. Vamos de regreso que es tarde” – respondí apurándole.
    
    “Salimos ya. La noche es joven” – dijo en tono de guasa mientras arrancaba el coche.
    
    Cuando entrábamos a la ciudad se desvió del camino. No le di importancia porque había varias formas de llegar al apartamento. Yo iba ensimismada respondiendo en el móvil los mensajes que me había dejado Antonio y Samuel cuando el taxi paró. Pensé que habíamos llegado, pero al levantar la cabeza estábamos en una explanada que hay justo a la entrada de la ciudad donde los fines de semana ponen un famoso mercadillo y donde muchas parejas van a follar en los coches por las noches.
    
    “Oye, ¿qué hacemos aquí?” – dije un poco irritada.
    
    “Tranquila, mujer, si va a ser cosa de un momento” – respondió el taxista.
    
    “Ni momento ni nada, tengo prisa” – respondí.
    
    El taxista se volvió hacia atrás y mirándome fijamente me dijo: “Pero ¿a ti no te ha dicho tu chulo que la propina me la pagabas tú?”.
    
    “Pero ¿qué dices de propina? Además, no llevo dinero encima” – grité indignada.
    
    “No, cariño, si la propina eres tú. Es una cosa rapidita. Nos desahogas a mi colega y a mí y te llevo para casa” – dijo volviendo a dibujar la sonrisilla en su boca.
    
    Entré en pánico y, sin pensarlo demasiado, abrí la puerta del taxi y me bajé echando a correr lo más rápido que podía sobre aquellos tacones.
    
    No había dado diez pasos cuando noté un fuerte tirón del pelo que me hizo caer al suelo de ...
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