1. Fátima, la sobrina de mi mujer


    Fecha: 03/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Richi67, Fuente: TodoRelatos

    ... el contrario siempre fui gastador, me gustaba darme una buena vida, mi sueldo me lo permitia. Así que con la inestimable ayuda de Fátima que se ocupaba de elegir los colores y modelos, fuimos dándole una vuelta a la casa. Empezamos por cambiar la cocina y el baño, luego las puertas y ventanas y después los suelos, todos de materiales modernos y colores vivos.
    
    Cuando todas las obras estuvieron terminadas, elegimos la decoracion. Casi dejé a Fátima elegir todo, muebles, cortinas, ropa de cama, lámparas, etc, ella tenia muy buen gusto como ya dije y a mi me gustaba complacería y dejar que imponga sus gustos, quizás el destino estaba siendo premonitorio para lo que tenía que venir después. En casa de sus padres, no hacía nada, tampoco la dejaban, ni podia; ellos tenían el dinero justo para vivir y mantener al niño que no hacía nada, acabó el colegio a duras penas y no estudiaba ni trabajaba, solo pedía dinero para salir con los amigos. A mi y a mi mujer no nos tenía mucha estima, siempre le decíamos que debía de decidir para hacer algo en la vida y no estar haciendo el vago toda la vida, y alguna vez nos dijo que no era asunto nuestro. Con su hermana Fátima, tampoco guardadba buena relación, puesto que ella tenia el mismo concepto de él que nosotros; casi ni hablaban.
    
    Debido a la elección e instalación de los objetos de la decoración de la casa, casi a diario nos veíamos o en las tiendas o en casa y cogimos por costumbre luego salir a tomar algo en la calle y despues ya ella se iba a su casa y yo a la mia. Asi un viernes por la tarde, quedamos en casa para ver la colocación de las cortinas, ello se prolongó hasta entrada la noche; cuando terminaron, ya era un poco tarde para salir a cenar fuera, así que pedimos una pizza, y sacamos una botella de vino que yo tenia guardada.
    
    Cenamos hablando de lo bonito que estaba quedando todo, y del buen gusto de Fátima, ella se sonrojada y decía que yo también colaboraba con buen criterio; y que entre los dos hacíamos un buen equipo. El vino corría por nuestras gargantas, empezamos a reír de cualquier tontería, contar historias que nos parecían graciosas aunque no lo fueran; así, hasta que nos fuimos acercando el uno al otro sin darnos cuenta o sí, y sin proponérnoslo o sí, y al final nos besamos apasionadamente por largo rato.
    
    Ese beso trajo consigo caricias que se fueron convirtiendo en tocamientos por todo el cuerpo. Sus besos hacían crecer más mi pene, y seguramente mojar más su coño; luego mis labios fueron bajando hacia su cuello y de allí hacia sus tetas, para eso desabroché su camisa dejando sus tetas dentro del sujetador a mi vista, quité la camisa de su cuerpo y los corchetes del sujetador, quitándolo también de su cuerpo, teniendo al fin sus tetas a disposición de mis manos y de mi boca, para estrujarlos, lamerlos y chuparlos.
    
    Ella a su vez, me quitaba la camisa, y me pasaba la mano por encima del paquete. Ambos casi a la vez desabrochamos el botón de nuestros pantalones y metimos la mano ...