1. Un trío más: Una comida siempre lleva postre


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    ... placenteramente.
    
    Intente tomar un poco las riendas de la situación, y me incorpore, María cayo desequilibrada hacia atrás, y me puse a horcajadas encima de ella, me iba a vengar, mi miembro sobre su ombligo y mis manos encima de sus pechos, a la vez que se los acariciaba le impedía moverse. Mientras Ana empezó a besarme la espalda, su lengua iba recorriendo cada vértebra, bajando lentamente, hasta llegar a la rabadilla. Los pezones de María estaban impresionantemente erectos, yo se los pellizcaba con los dedos.
    
    La cabeza de Ana paso de mi espalda a la entrepierna de María, y entre los dos, yo a las tetas y ella en su sexo logramos que por fin María se corriera, parecía poseída. Paramos un momento, y aproveche para empezar a descubrir el cuerpo de Ana, la cual se quitó por fin la camisa, unas tetas más pequeñas que las de María, pero deliciosamente contenidos por un sujetador de color negro hicieron que mi boca se lanzara a chuparlos, mordiéndole los pezones a través del sujetador. La insaciable María empezó a chuparme los testículos, sus manos recorrían mis muslos y mi miembro.
    
    Se pusieron las dos muy excitadas, me ofrecían sus culos, la rubia me lo pedía angustiada:
    
    -Rómpemelo, méteme ese miembro, mi novio no se atreve, quiero que me hagas daño, por favor.
    
    No me hice de rogar, puse mi capullo entre sus nalgas y entre a sin miramientos, hasta el final, su cuerpo se estremeció. Con una mano le agarraba las caderas y con la otra exploraba el suave y húmedo sexo que tenía, porque descubrí que sí que había diferencias, entre los dos.
    
    Los tres al unísono nos movíamos, las dos retorciéndose de gusto. Saque mi miembro duro y venoso de dentro de María y me corrí en su espalda dejando que se deshinchara entre sus nalgas, la cual se había calmado por fin, jadeando con el culo en pompa. Mi mano siguió estimulando el clítoris de Ana, hasta que también está por fin se corrió.
    
    Me senté en el sofá, entre ellas y empezamos a besarnos, primero a María, que quería mordisquearme la lengua, y luego a Ana que aún parecía seguir con ganas de más.
    
    Se quedaron tumbadas, una junto a la otra sin tocarse apenas. Mientras me vestía, fui a mirar cómo iban las del masaje en la otra habitación, estaban coloradas y no pregunte si es porque nos oyeron o porque ellas también habían jugado. Así terminamos una grata quedada con comida y postre incluido.
    
    He de decir que aquel grupo ya hace años que no mantenemos contacto de ningún tipo y que una de las del masaje me confirmo que sí, que nos habían oído y que andaba algo celosa. 
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