1. Un trío más: Una comida siempre lleva postre


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    Teníamos un pequeño grupo de contactos en redes sociales donde estamos la mayoría casados y casadas o con pareja. Hablamos de todo, pero lo que más y como ya imagináis es de temas de sexo.
    
    Un día quedamos unos cuantos, a comer en mi casa, nos juntamos en total cinco chicas y yo como anfitrión.
    
    Primero fui a recoger a una y ya juntos fuimos a buscar a las otras cuatro. Juntos los seis fuimos a un bar a tomar algo. Entre risas y hablando llegó la hora de comer, la verdad se nos notaba algo nerviosos.
    
    Llegamos a mi casa y les enseñe un poco la casa ya que alguna nunca había estado. No preparamos una gran comida, un poco de pasta para todos y una ensalada, pero el caso es que estábamos de buen rollo.
    
    Cuando acabamos de comer una se tuvo que marchar ya que trabajaba, así que los otros cinco nos quedamos recogiendo un poco la mesa y la cocina, bueno solo lo hacíamos tres, las otras dos se quedaron en el sofá porque una era masajista y a otra le dolía la espalda así que le dio un pequeño masaje en una de las habitaciones.
    
    Poco después yo me quede a solas con dos de ellas en otra habitación, sentados en un sofá. Ana llevaba una impoluta camisa blanca, foulard negro, pantalón negro y zapatos tacón.
    
    María es de la misma edad que Ana, siempre va con pantalones vaqueros y camisas a cuadros, es algo más bajita y algo rubia en contraste con el moreno intenso de su compañera. La vida privada de María es un misterio, parece ser que vivía con un chico, lo cual a todos nos sorprendió pues hasta algunos pensamos que era lesbiana, pero bueno volvamos al tema.
    
    María me dijo:
    
    -Mira, una cosa, queremos probar una técnica que Ana ha aprendido en uno de sus viajes, por lo visto va muy bien para relajarse y queremos ver si funciona en la práctica.
    
    Dirigí mirada hacia Ana ¿Qué chorrada habría aprendido por ahí? Yo tenía unas ganas de estar más viendo como era el masaje que se estaban dando en la otra habitación ya que se oían ruidos muy agradables y estas decididas a practicar vaya usted a saber el que. Ana me miro con una sonrisa, no me podía negar, aparte de que se lo podían tomara a mal siendo el anfitrión, la sonrisa de esa mujer siempre era irresistible.
    
    -Te vas a sentar en el suelo, te taparemos los ojos y entonces ya te iremos diciendo lo que tienes que hacer -Me indicó María, la cual cogió el foulard de Ana y sin dejarme tiempo para protestar me vendo los ojos. El perfume de Ana me llegó y me recompenso la molestia.
    
    Allí estaba yo como si fuera a jugar a la gallinita ciega, sentado encima de un cojín, apoyándome en el sofá. Con lo bien que estaría yo viendo el masaje que se daban las otras dos. Noté que ellas se reían, sin saber lo que me venía encima.
    
    -Mira, ahora tienes que reconocer cuál de las dos somos -me dijo una.
    
    -No puedes usar las manos hasta que te lo digamos -exclamó la otra.
    
    Noté como alguna me ponía un pie a cada lado, y poco después mis labios tocaban una cálida entrepierna. No lo podía creer, me estaba ...
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