1. Cristina


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... labios, y nos duchamos rápidamente para limpiarnos. Nos tumbarnos a descansar en la gran cama matrimonial.
    
    Hemos pedido unos
    
    gintonics
    
    y unos
    
    sandwiches
    
    calientes a modo de cena o casi desayuno, porque debe ser de madrugada. Hablamos poco, precisamente no hemos venido al hotel a conocernos sentimentalmente, aunque la curiosidad vence a Cristina y no puede dejar de interrogarme.
    
    —Sé que eres soltero, pero tienes a alguien por ahí, seguro
    
    —No, hace ya un tiempo que estoy sin pareja, sin novia y sin amante. Debo ser un tío muy soso, las mujeres me quieren poco
    
    —Eres guapo, y por tu polla no será, eso seguro
    
    —¿Y tú? Una mujer así tiene que tener no uno, sino muchos hombres esperando detrás de ella
    
    Se ríe, no contesta, e inmediatamente comienza a acariciarme suavemente el rabo y los testículos. Toda mi vida de adulto —tengo cuarenta y tres años— he tenido bastante facilidad para recuperarme de mis corridas y estar dispuesto de nuevo para el sexo, en especial si la mujer me gusta, como ahora es el caso, así que las caricias de Tina me ponen en forma sin tardar demasiado. Continúa durante muchos minutos tocando y sobando mis atributos, aumentando con el paso del tiempo la intensidad, hasta que se incorpora lo suficiente como para chuparme la polla, dándome lametones cargados de saliva, sin prisa, recorriendo todo el tronco y el glande una y otra vez. Yo tampoco estoy quieto, mis manos se han ocupado durante todo el rato de las tetas y los pezones de Cristina, acariciando, tocando, apretando, estirando, siguiendo un ritmo similar al que ella mantiene conmigo.
    
    —Fóllame, la quiero en mi coño
    
    Se tumba boca arriba apoyando la cabeza sobre las almohadas, abriendo las piernas de par en par —vaya espectáculo excitante ese pubis salvaje, tan peludo y negro— pone los pies bien aposentados sobre la cama, de manera que tiene que doblar las piernas por las rodillas, y yo me pongo encima de ella, por dentro de sus piernas, los brazos apoyados en la cama, las cabezas juntas, y mi polla enterrada de un solo golpe de riñones, continuado, fuerte, en ese caliente empapado volcán que es su chocho. Joder, qué bueno es.
    
    He puesto las manos sobre sus grandes tetas para poder jugar con los tiesos pezones al mismo tiempo que me la follo con un ritmo más bien lento, adelante y atrás, con un corto recorrido de la tranca dentro del coño, parándome de vez en cuando, moviendo la polla en círculos, arriba y abajo, atento a las respuestas de Tina, que varían entre suaves gemidos, golpes de respiración que parecen un ataque de tos, hipidos y grititos con distintos niveles de volumen de voz y algún que otro insulto dirigido a mí, también en voz alta o baja, dependiendo del efecto que en ese preciso momento le causen mis
    
    pollazos
    
    , que poco a poco han ido subiendo de ritmo y profundidad.
    
    Me gusta follar, obtener mi placer, desde luego que sí, pero también que mi pareja goce. Me da satisfacción sicológica, es un plus para mí excitación, ...
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