1. Fuera de temporada


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... farfullando, irritadísima. El niño del demonio se reía, mientras los malcriadores de sus padres se deshacían en inútiles excusas.
    
    Ellos ya se habían ido cuando volvió Mabel. No la hubieran reconocido. Casi no la reconoció Dimas hasta que la tuvo a un palmo de distancia. Y no sólo por la ropa: estaba roja de ira. Casi como si no hubiese estado más de treinta minutos sacándose gazpacho de encima.
    
    –¡Pero qué demonios te has creído, cabronazo!
    
    Tenía el rostro encendido de rabia. ¿O era de vergüenza? O de las dos cosas. Porque llevaba puestos unos zapatos de tacón de vértigo, tipo sandalia de tiritas negras y un vestido azul oscuro tan minúsculo que doblado con esmero cabría en la caja de una sortija de pedida. La falda todavía tenía algo de vuelo pero sólo llegaba a medio muslo y mostraba la torneadas pantorrillas de Mabel como lo que eran: preciosas, perfectamente dibujadas. Respecto a los pechos, qué decir, apretados, sobresalientes, pugnaban por salirse del escote redondo como melocotones en almíbar dentro de una lata demasiado pequeña.
    
    Cabreada puso la maleta de un golpe sobre la mesa del restaurante.
    
    –¿Se puede saber por qué llevo en la maleta sólo ropa de puta?
    
    –Yo, yo… no sé…
    
    –Míralo tú mismo, cretino.
    
    Dimas miró la maleta. Su mujer tenía razón: sólo había minivestidos, modelitos que mostraban pasión por la lycra… prendas que sólo tapaban lo mínimo, bikinis que de tan diminutos parecían ridículos. El resto de la ropa de baño también estaba marcado por la misma característica común: la escasez de tela. Todos los sujetadores eran
    
    push up
    
    , cuando resultaba evidente que eso era lo último que necesitaba Mabel, si bien explicaba como ahora tenía frente a él unos volúmenes hasta entonces desconocidos pero no por ello menos hipnóticos bajo aquel ceñidísimo vestido azul. No había ningún calzado plano, y si alguna prenda parecía tenía algún atisbo de normalidad, estaba marcada por alguna característica que la hacían encajar en aquella maleta del pecado: ya fuese una escote de vértigo, una transparencia imposible o unas aberturas inopinadas.
    
    –Yo, yo… Mabel… No entiendo… Bufff. Sólo se me ocurre que cogí por error ropa de mi hermana, de Reme. Cómo es tan desordenada debe haber guardado ropa suya en tu armario, en tus cajones… Con las prisas no me fije, Mabel, lo siento…
    
    –¡Tu hermana Reme tiene una 36, melón! ¡Es mucho más bajita que yo! ¡Yo tengo una 38! ¡Y no hablemos del pecho, Reme tiene un 85B y yo soy 90D! ¡90D, joder!
    
    –Lo siento, te compraré ropa.
    
    Desgraciadamente las tiendas de ropa aeropuerto de Fuerteventura estaban en la zona exclusiva de pasajeros, una zona que ya habían pasado. Y a la que no podríamos volver a menos que volviésemos a tomar un avión. Además el transporte que ya había contratado salía… hacia 5 minutos. Así que Dimas calmó a Mabel, le prometió que le compraría ropa cuando llegasen a Cofete y salieron afuera.
    
    Dimas estaba acostumbrado a ser atractivo. Pelo lacio, mentón prominente, ...
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