1. Fuera de temporada


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... abdomen trabajado. Dimas sabía que se había ligado a Mabel por su atractivo físico. Pero ahora ella le estaba eclipsando, ya no eran la pareja perfecta. De golpe, la nueva imagen de la Mabel superzorrón, le eclipsaba. Dimas siempre se había sentido guapo pero ahora las mujeres ya no le miraban a él, reservaban a su esposa toda su atención, unas miradas de envidia, de odio, de desaprobación, que dejaban helado. Y eso que sólo fueron los tres minutos que tardaron en llegar a la salida y al Land Rover que les estaba esperando. Mabel no parecía notar nada de aquello, sólo el profundo enfado hacia el idiota de su marido.
    
    El conductor se llamaba Pelayo, un tipo bigotudo y con los pelos del pecho que le salían por el borde de los botones de la camisa.
    
    –Pues no pensaba que serían dos –lamentó Pelayo–. Es que voy muy cargado porque tengo que llevar comida y otros enseres para toda la semana.
    
    Echando un vistazo a la exuberante esposa, Pelayo no dudó:
    
    –Que suba ella delante conmigo. Y usted se acomoda detrás, con mi primo Velasco.
    
    Mabel echó un vistazo al primo Velasco: joven, guapo, bronceado y con aire de listillo de chiringuito. Y lo tuvo claro, tal vez para cabrear a su marido y castigarle por su torpeza:
    
    –Ya subo yo detrás.
    
    Mientras Pelayo acomodaba las maletas en el único hueco que encontró detrás. Dimas le abrió la puerta y se quedó escandalizado de cómo se le subía la falda a su mujer al entrar en el cuatro por cuatro. El avispado Velasco, con un palillo entre los dientes se limitó a anunciar:
    
    –Señora, siento que esto vaya a tope. Tendrá usted que sentarse en mis rodillas.
    
    –No importa, Velasco, no importa.
    
    Pero la mala cara de Dimas demostraba que sí, que sí importaba. Cuando vio a su preciosa mujer sentada en las rodillas de aquel patán, con aquella falda tan subida, le hirvió la sangre y cerró la portezuela del Rover de un portazo.
    
    El estilo de conducir del tal Pelayo era más que brusco. Eso sí, a Dimas no se le pasó que se acomodó el retrovisor para no perderse nada de lo que pasara en el asiento de atrás. Y lo que pasaba es que a cada giro, a cada frenada el culito de Mabel resbalaba más y más hacia el abdomen del primo, que de primo tenía poco y de listo, demasiado.
    
    En una de las curvas, en extremo cerrada, los neumáticos chirriaron y Dimas vio como Mabel se golpeaba el hombre contra la pila de bricks de leche que se apilaban a su lado.
    
    –Será mejor que la sujete, señorita –y Velasco le puso las dos manos en la cintura. Mabel notó como con esta excusa la pegaba más a su ya protuberantes genitales. Pero no dijo, nada… Seguía enfadada con Dimas, con la ropa de putón que le había metido en la maleta, con su idea absurda de ir al final del mundo fuera de temporada… con la situación… y con aquel paquetón pegado a sus partes bajas.
    
    Delante, Dimas también estaba inquieto. Y no sólo por el estilo al volante de Pelayo. Sino porque parecía que no conocía el camino…
    
    –Es que hace meses que no voy… Como no es ...
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