1. Fuera de temporada


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... temporada…
    
    Dimas intentó guiarle pero su móvil no tenía cobertura.
    
    –El mío, sí –replicó Mabel desde el asiento trasero.
    
    –Aquí, a la derecha. Ahora siga todo recto… Ahora espere, aguante… aguante.. oh, ahhh, aguante unos 500 metros… y justo… justa… oh, cielos, ohhh… llegará al desvío.
    
    Dimas, sonrió… Las órdenes de su querida esposa no hicieron el viaje menos brusco… al contrario, pero al menos ya no estaban perdidos. Pero el marido notaba la voz de su mujer como azorada, extraña… Sonrió, pensó en sus polvos por GPS… ¡Y se le heló la sonrisa!
    
    –Espere… ahora, no… espera… Aquí en el ceda a la izquierda… Nos abriremos más… Así, así… uauuuhhh, ahhh, ¡Dios, que calor hace aquí! Ahora, entre por ese caminito, no ese estrecho, no… el otro…
    
    Mabel parecía mirar el móvil, pero su cuerpo se sacudía de manera extraña, al menos lo que podía ver Dimas de refilón. Pero claro, ahora estaban bajando y parecía que el torpe de Pelayo cogía todos los baches, se metía en todos los badenes y… aquello era una tortura para los amortiguadores y para los coxis. Difícil saber si los botes de su señora allá atrás eran por el camino rural sin asfaltar o se debían a otras causas menos explícitas… A veces parecía que ella se quería bajar la minifalda, pero al estirar para abajo, sólo hacía que hacer que el escote fuera todavía más pronunciado. Y si los cuerpos botaban, los prominentes senos de Mabel parecían rebotar en cada socavón. Pelayo, por el retrovisor, no se perdía detalle, y gotitas de sudor perlaban su frente y su bigote…
    
    –Más, , más… hasta el final… Ahí, ahí… uy, ay… ¡Qué dura! –jadeaba Mabel con la mirada yendo de la carretera al móvil y del móvil a la carretera… –¡Qué dura la suspensión, quiero decir– pero por sus ojos en blanco, apenas un segundo, podía entenderse otra cosa –Justó ahí… entre ahí… entre esos dos riscos… Ahora hasta el final… ¡Sin miedo! Aaagghhh! ¡Dios, qué bien! ¡Sin miedo! ¡Así… así!
    
    –¿Estás bien, Mabel? –se preocupaba el ya angustiado Dimas, no tanto de que se perdiera el chófer sino de que su mujer se estuviese perdiendo en el peor sentido de la palabra.
    
    –Tú mira hacia delante y estate atento, amor, que todavía no estrellaremos por tu culpa.
    
    –Pero si yo no conduzco…
    
    –Pero distraes al conductor, cariño…
    
    Claro, ella no lo distraía, no. Con las manazas del avispado Velasco apretándole la cintura más y más fuerte, por lo poco que había podido ver Dimas… Y Pelayo, al volante, no había piedra que no pillase, ni recodo al que no se subiese… Aquello era más que una ruta hacia las vacaciones era una cama elástica, con uno de sus pezones que de tanta sacudida ya se le había salido… Pelayo no se perdía el espectáculo…
    
    –No mire tanto hacia atrás, Pelayo, que nos mataremos.
    
    –Si es para no perderme las instrucciones de su señora, caballero.
    
    –Siga, así… así… Ahora por allí, empinado, más, más gas, más que si no…¡se caaaaaaala! Cambie de marcha, meta la segunda, métala bien metida… ¡por Dios!
    
    –Es que rasca, ...
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