1. Fuera de temporada


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... veces parecía que Mabel quería resistirse, pero era como si sus pies resbalasen un poco en la piscina y en lugar de eso se apretase más y más contra el bajo vientre del salido hijo del hotelero.
    
    –¡Qué pares, Rico! ¡Por Dios!
    
    Para ser una experta en acoso, Mabel no estaba resultando muy ducha. Tampoco es que el diminuto bikini le ofreciese mucha defensa. De haber sido más hábil, Rico estaría llegando hasta la cocina. Es lo que tiene el empacho de teoría, que a veces, naufraga en la práctica.
    
    El chicarrón tenía sus hormonas desatadas y no paraba de restregar arriba y abajo aquella polla infame. La línea del tanguita rosa ya no podía vislumbrarse y ahora sólo se veía aquella verga cada vez más palpitantes recorriendo por fuera los dos cachetes, mientras Mabel parecía más y más indefensa. Dimas pensó en salir del seto e interrumpir todo aquello. Pero al final, pensó, sólo era una chico, un cóctel de hormonas que no se había dado cuenta, él sí, por la mirada turbia, por como se mordía el labio…que Mabel estaba entregada, y sin dar una sola instrucción… Al contrario, aunque de poco hubiera servido: el mozalbete no le hacía ni caso…
    
    –¡Que pares, chaval! ¡Para de una vez! ¡Cómo tu padre nos vea te mata!
    
    –¿Qué? ¿A qué esperas para darle a la señora lo que necesita! –volvió a berrear el gañán del progenitor desde su silla.
    
    –No, no… Todo va bien –balbució Mabel girándose todavía más, más Pataky que nunca, sin dejar que su trasero siguiese indefenso al abusivo roce del chaval…
    
    Y en ese momento, el lechazo salió disparado dejando toda pringada a Mabel… no sólo su pluscuamperfecto trasero, sino toda su espalda, sus hombros, hasta una de sus cejas, las gafas de sol, al haberse vuelto para responder al imbécil del hotelero. ¡Dios, aquel chico era un depósito de semen andante!
    
    –¡No, no… no puedo creerlo! –balbució Mabel.
    
    El chico se tumbó en el agua, de espaldas, satisfecho, ya con el bañador subido. Y ella se sacó la pamela y se sumergió en el agua, intentando que los restos de aquella insana corrida desaparecieran.
    
    Dimas supo leer el partido. Sin ser visto, rodeó el hotel, regresó por delante y corrió hacia la habitación. Se metió en la cama con un libro. Nadie podía decir que la novela “Más allá del hielo” podía producir erecciones como la que él ocultaba bajo la sábana. Mabel llegó visiblemente alterada, a los cinco minutos y medio exactos, sin que su pene hubiese abandonado ni por un momento la posición de firmes.
    
    –¿Qué te pasa, querida?
    
    –¿Qué me va a pasar? ¿Por qué dices que me pasa algo? No… nada… la crema, solar, que me he olvidado la crema solar.
    
    Ella dejó el capazo y rebuscó cerca de la mesita de noche. Dimas aprovechó, el bloque de “Más allá del hielo” quedó a un lado y sujetó a su mujer atrayéndola a la cama.
    
    –¡Pero, Dimas! ¡Dimas, qué te pasa? Oh.. oh…
    
    Con precisión de ingeniero, Dimas se colocó encima y para Mabel resultaba evidente que se alegraba de verle…
    
    –Pero… ¿qué te pasa? ¿Cómo estás ...
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