1. Fuera de temporada


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... perfectamente desde la habitación con la ventana cerrada.
    
    –Oh, no, Rico, un gin-tonic a esta hora… No – y Mabel movía la mano derecha como abanicándose, arreglándose la pamela flexible y mirando al zagal por encima de las gafas de sol –. Mejor, Rico, date un baño y mientras me lo pienso.
    
    Rico, en chanclas, bañador y lorzas, entró en el agua de forma tímida, como si compartir el mismo agua que la señora de Dimas Bustamante ya fuera un pequeño milagro para él.
    
    Dimas no se perdía detalle. Pensó en salir y chafarle al mozalbete aquel momento de falsa cercanía con Mabel. Pero por alguna razón perversa siguió allí sintiendo que la polla que su esposa le había dejado con la irritación habitual la noche antes, empezaba a despertar como nunca antes.
    
    Rico se dirigió hacia el culo de Mabel como si fuera un imán. Dimas creyó ver que incluso se relamía, ante aquel trasero sin precedentes. Mabel pasaba páginas de la Cosmo como ausente del efecto que estaba provocando en aquel adolescente.
    
    –¿De verdad no quiere que le traiga un gin-tonic, señora?
    
    –No, hombre, no sé… ahora, ¿un café? ¿una tónica? –Mabel se había girado para hablarle improvisando un pakaty piscinero, con una prodigiosa torsión de cuello que le permitía mirarle, pero dejando intacta su popa en aquella indecente posición, incluso balanceándola un poco cada vez que mencionaba una de las opciones–: Es que estoy indecisa… ¿un caña? –culo para la derecha– ¿Un cortado? –culo para la izquierda–. No sé… es la hora tonta.
    
    Eran las 11,30 de la mañana.
    
    Rico se puso justo detrás de Mabel. Desde el otro lado de la piscina, donde estaba el garbancero de su padre no se podía distinguir si estaba detrás o estaba pegado… Dimas sí podía entrever que estaba pegado más que pegado, tanto que Mabel volvió al Pataky y murmuró:
    
    –Pero, ¿qué haces, chico?
    
    –¡No molestes a la señora, Rico! –rugió el padre desde su silla plegable.
    
    –¡Sólo le ayudo a decidirse sobre lo que quiere, papá!
    
    –¡Qué le lleves un gin tonic, coño! ¡Actúa como un hombre!
    
    –Pero, pero… –murmuraba ella. Porque sí, porque el pequeño Rico estaba actuando como un hombre. Pero no en el sentido en el que lo hacía su padre. Porque se había bajado el bañador por delante y dando la espalda a su progenitor, que no podía ver eso, y había desenfundado su rabo para colocarlo entre los dos cachetes de su mujer.
    
    Mabel estaba francamente incómoda, pero no cambió de posición. Al contrario, incluso pareció que por un momento se arrellenaba contra aquel rabo henchido de venas.
    
    –¡Por Dios, Rico! ¡Deja de hacer eso! ¡Resulta del todo inapropiado!
    
    Dimas creyó más bien que “inapropiado” era el adjetivo como tal, que hubiera sido mucho más ajustado a la realidad otros como “rampante”, “cipotudo” o “inhiesto”. Pero, no “inapropiado” resultaba inapropiado en sí mismo. Y ajeno a su observador y cualquier tipo de error semántico, Rico seguía subiendo y bajando su pene contra el culo de la dulce Mabel.
    
    –¡Qué te va a ver tu padre!
    
    A ...
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