1. Fuera de temporada


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ridículamente pequeño. De color rosa, la braguita era tipo tanga, con un aro de madera que unía las tres tiras posteriores a la altura del coxis, tan tensionadas que parecían a punto de estallar. Y los dos triangulitos de delante, también unidos por otro círculo de madera, resultaban a todas luces insuficientes para abarcar el busto de Mabel, tan “cum laude” como su tesis. Si alguien salía por la puerta del hotel hacia la piscina lo que primero que vería serían las tetas de Mabel, ofrecidas en ofrecidas en comandita y si alguien bordease la piscina para volver al hotel vería aquella espalda blanca, como un tobogán hacia el deseo por el que resbalar hasta aquel trasero que emergía de las aguas cual promesa de una vida mejor.
    
    Vio al chico de los granos salir y quedarse boquiabierto ante aquel par de peras, que al quedar apoyadas sobre el borde de la piscina parecían todavía más grande. Dimas se preguntó desde su habitación con vistas, como debía haber sido dedicar cuatro años de su vida a una tesis doctoral titulada: “El acoso sexual en la oficina. Prevenciones legales y consecuencias penales para las empresas”, con aquel par de argumentos siempre por delante. Visualizaba a todos aquellos académicos con cientos de años escuchando preguntas de Mabel del tipo: ¿señor catedrático que le parece este decreto que he encontrado y que podría tener un efecto preventivo a la hora de reprimir las insinuaciones de índoles sexual indeseadas en el entorno laboral? Y siempre se imaginaba al director de departamento de turno mirándole aquellas tetas de bandera a su novia y pensando: “¡Ya te iba a dar yo, índole sexual!”. Mientras, ella seguiría pronunciando frases del todo inapropiadas como “Se ha fijado en lo relevante de su articulado, señor catedrático? ¿Ha notado usted la dimensión de este problema”. En mi opinión, la enmienda del Senado sólo ha servido para levantar mayores dudas sobre las cuestiones principales. Y siempre así.
    
    Pero lo de la piscina de esa día no eran sus imaginaciones intelectualizadas y calenturientas. Era real: su apetecible esposa ofrecida en la piscina desierta de un hotel como una fruta que podía coger cualquiera. El chico dijo algo.
    
    Dimas abrió la ventana y no podía oír nada. Vio que el chico, en bañador le decía algo… mientras que al otro lado de la piscina el padre estaba con gafas de sol, sentado en un silla de playa y leyendo un periódico que debería de ser de otro día.
    
    Dimas salió de la habitación y llegó hasta un seto, situado en una elevación un tanto por encima de la piscina. No lo había podado todavía, al estar fuera de temporada así que era un lugar perfecto para mirar sin ser visto.
    
    –No sé que me apetece, Rico, de verdad.
    
    El chico no era una ricura. Rico era su nombre, una ironía involuntaria o tal vez el último regalo envenado que le dejo su madre a su padre antes de abandonar la isla y a ellos dos.
    
    –¡Tráele un gin-tonic! –bramó el padre desde el otro lado de la piscina. El grito lo hubiera oído ...
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