La familia Kapusta. Capítulo 1 - Relatos Eróticos

La familia Kapusta. Capítulo 1

... de unos músculos duros como la piedra. La calidez de aquel cipote contrastaba con el calor pegajoso, casi sofocante que tenían.

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Un rayo de lujuria pasó por la cabeza de Monika que en un momento, posó ambas manos en el pecho desnudo de su hijo y lo empujó con fuerza hacia atrás. Este acabó sentado contra la pared del lado opuesto y la mujer se puso de pie entre todos los abrigos. El sonido en el exterior parecía estar cesando, pero los del interior del vestidor no les escuchaban. Monika de pie, miraba con la boca abierta a su hijo mientras aspiraba grandes bocanadas de aire. Su piel estaba caliente, pero por dentro ardía mucho más como si tuviese una caldera a todo vapor suflando energía.

El pantalón del joven había bajado ya hasta las rodillas, solo le quedaban las zapatillas puestas y… un tremendo pollón como un mástil a modo de dedo acusador, que la señalaba como la única culpable. En un acto tan rápido como rudo, flexionó las piernas cayendo en la entrepierna de su hijo. Andrzej sintió dolor al notar todos los kilos de su madre sobre su duro falo que ahora, estaba debajo del coño de esta. La mujer con rapidez le puso la mano en la boca para que no sonara ninguna queja por el fuerte golpe recibido. El joven ahogó un grito entre los dedos de su madre, esta notaban el calor que salía de la boca del retoño a quien amaba más de lo que él pensaba.

¾Dices que no soy una buena madre… que no te trato bien…—comenzó unos movimientos de cadera que hacían rozar su vagina con la polla de su hijo— ¿Quieres que te trate así… quieres que tu madre sea una puta que se folla su hijo…?

El joven asintió con los ojos inyectados en sangre que más bien parecía deseo. Monika miró su cadera moverse y como bajo esta, un verga colosal le atravesaba toda la vagina, la ropa le comenzaba a sobrar, aun así, la vulva se partió para el barrote de acero que apresaba abajo.

¾¿Qué crees, que me vas a follar así sin más, puto cabronazo?—Monika se acercó mucho más a él y apretó todo lo que pudo su coño contra la dura polla de su hijo.

Andrzej estaba más caliente que nunca, esperaba que las preguntas de su madre no necesitaran respuesta y lo que en verdad necesitara, era sexo. Alzó ambas manos y sin vergüenza, las dirigió a las dos nalgas de su madre. Las posó allí con delicadeza, aunque hubiera preferido darle unos azotes para devolverle el tortazo, pero podían escucharlo. Con las manos allí, apretó clavándole con ganas sus dedos en las mollas duras de esas nalgas marmóreas. Apretó como nunca antes lo había hecho en un trasero, sintiendo los músculos duros que su madre entrenaba en el gimnasio y quitándose las ganas de palparlo que siempre había tenido.

Monika apretó los dientes sin dejar de mirar a su vástago que la seguía marcando cada uno de sus dedos ...