1. En la regadera con Mariel


    Fecha: 21/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: rfoviedo, Fuente: CuentoRelatos

    Después de un encuentro en el motel no pude ver a Mariel en un par de semanas. Un día estaba leyendo en casa cuando sonó el timbre. ¡Era mi adorada Mariel!
    
    -¡Hola! -me dijo con una sonrisa- estaba por aquí y me dio mucho calor. ¿Me puedo dar un baño rápido? Pero no vayas a entrar, sólo me bañaré, eh?
    
    -Sabes bien que esta es tu casa, pasa y báñate, por favor. ¿Te puedo ofrecer algo de tomar?
    
    -Un vaso con agua estaría bien, respondió.
    
    Pasó a mi casa, le di agua y entró al baño. Espere unos minutos que a mi me parecieron años. Tenía una lucha interna: no sabía si entrar al baño o no. Finalmente decidí que la vida es aquí y ahora por lo que me desnudé y me fui al baño y me metí debajo del agua con Mariel. Cuando me vio se mordió el labio inferior y enseguida se abrazó a mí, por fin después de tantos días notaba su cuerpo desnudo pegado al mío y esa sensación nunca la olvidaré.
    
    —¿sabes? pensé que no te atreverías a entrar, me gusta que no me hayas obedecido
    
    —No aguantaba más Mariel, necesito sentirte.
    
    —Cariño, quiero que me llames puta, zorra o como quieras decirme, me vuelve loca cuando lo escucho de tu boca.
    
    —De acuerdo putita, respondí.
    
    Nos fundimos en un beso largo, lleno de vicio y deseo, nuestras manos no estaban quietas y acariciaban nuestros cuerpos. La piel de Mariel era como la seda, suave y cálida, mis labios se fueron hacia su cuello y empecé a besar lamer y mordisquear esa zona tan sensible. Los gemidos de Mariel se hicieron más profundos, mis dedos jugaban con su anito y su clítoris y mi boca llegó a sus tetas, generosas, con un pezón delicioso que era casi como una fresa que pedía ser chupada y una areola marrón y pequeña. Mis dedos seguían jugando entre sus piernas y mi boca devoraba esas tetas divinas, chupando y mordiendo esos pezones espléndidos mientras que con la mano que me quedaba libre amasaba y acariciaba ambas tetas.
    
    —Oye... me tienes muy excitada, quiero sentir tu boca en mi coño, quiero que me lamas la panocha como lo hiciste el otro día en el motel...
    
    Mariel apoyó la espalda en la pared y puso un pie en la taza del baño y poniendo sus manos en mis hombros me indicó el camino para que mi boca se apoderara de su panocha. Había visto varias panochas en mi vida, pero me enamoré de la de Mariel. Cerradito, pequeño, con unos labios mayores suaves y mullidos y unos labios menores pequeños cubriendo mínimamente el clítoris que se veía rojo y fuera de su capuchón. Mi boca no tardó en apoderarse de él, de lamerlo y mimarlo. Mi lengua jugaba con su coñito y la penetraba hasta que ya no podía más, la postura era algo incomoda así que me limité a su clítoris, y metí dos dedos dentro de su coñito para poder cogerla con ellos.
    
    —Me corro Ramón, anunció Mariel con la respiración acelerada, no pares mi amor… así… asiii… aahhh.
    
    Sus manos se aferraron a mi cabeza para que no dejara de chupar, su cuerpo temblaba y sus muslos aprisionaban mi cara. Noté su corrida cayendo por mi mano y mi brazo, inundando ...
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