La Señora Michaelis - Relatos Eróticos

La Señora Michaelis

... agujero en su parte más sensible, el dolor continuo y punzante la hizo comenzar a llorar en su mordaza. Cuando las damas de honor finalmente la desataron y la sacaron de la iglesia con una correa atada a su nuevo anillo de clítoris, todo lo que podía pensar era en cómo sus propias fantasías depravadas lograron arruinar su noche de bodas. Estaba segura de que no podría tener un orgasmo durante semanas.

Cuando comenzó la recepción, el dolor disminuyó un poco, lo que le permitió experimentar toda la profundidad de su humillación. Pasó la tarde desnuda y esposada, guiada por la correa de su clítoris mientras le presentaban a un invitado tras otro. Pocos de ellos resistieron el impulso de deleitar sus ojos un poco con sus pechos desnudos y su coño afeitado, y algunas de las damas simplemente no podían dejar de reírse. Pero fuera de eso, todos hacían como si nada fuera de lo normal, felicitándolos, elogiando la comida y la decoración o preguntando por sus planes para la luna de miel. Hizo todo lo posible por seguirle el juego, pero seguía sonrojándose y tartamudeando todo el tiempo, y pronto deseó realmente terminar con todo el maldito asunto lo antes posible.

El hecho de que haya pasado el día con un vibrador controlado a distancia atado a su culo no la ayudó a relajarse un poco. Encendiendo y apagando regularmente durante el día, la intensa estimulación anal que proporcionaba el dispositivo rápidamente empapó su coño, rodeándola con un olor vagina fuerte y haciendo que su situación fuera aún más vergonzosa.

Su esposo, por supuesto, disfrutó mucho de su humillación y no tenía intención de poner fin a su terrible experiencia rápidamente. Él la ha alimentado con cada plato del menú, se ha tomado muchas fotos con ella y ha bailado con ella hasta altas horas de la noche. Tenía que admitir que, a pesar de las circunstancias, él era un verdadero amor y su boda terminó convirtiéndose en un continuo juego previo de todo el día. A la medianoche, cuando finalmente entraron en el castillo de su esposo, se sintió exhausta y cachonda como nunca antes. En el momento en que la puerta se cerró, se arrodilló y tomó a su esposo en la boca, temblando y chorreando lujuria. Quería, necesitaba que la follaran tanto que le doliera físicamente: en la boca, en el coño, en el culo, ya ni siquiera le importaba.

No tuvo que esperar mucho. Sin embargo, cuando finalmente llegaron al dormitorio, se llevó una desagradable sorpresa: le presentaron su cinturón de castidad.

Por supuesto, ella no debería haber estado realmente sorprendida por esto. Era su primera historia, su fantasía más antigua: ser una esclava sexual solo anal, encerrada en la castidad de forma permanente, sin siquiera poder tocar su propio coño nunca más. Sin embargo, cuando su esposo le mostró el dispositivo de acero inoxidable, su corazón se hundió en la desesperación y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero sabía que no había forma de salir de la situación en la que se había metido. Ella ...