1. La primera vez


    Fecha: 19/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con unas hojas talladas. El colchón extrañamente alto estaba cubierto con un edredón celeste con pequeñas flores rosa. En la ventana había una cortina con dos patas de raso celeste a los lados recogidas con un grueso cordón dorado terminado en una borla con flecos de hilo de oro y un visillo blanco. Justo arriba de la cama un esperpéntico cuadro policromado de una santa cena en relieve vigilaba la pureza de los actos que se producían en aquel lecho conyugal. En la mesita de noche, también de madera de caoba, sonaba el incansable tic-tac de un reloj despertador de metal dorado con forma de sol que tendría unos cincuenta años. Y toda la habitación tenía un extraño olor a alcanfor. La atmósfera allí dentro era recargada y asfixiante.
    
    Todo esto pasó a un segundo plano en la mente de Sergio cuando Irene se le acercó y comenzó a besarle. En ese momento comenzaron a desnudarse. Antes de hacerlo del todo la chica quitó el edredón de la cama y se tumbaron sobre las sábanas de raso blanco. Él, en una demostración de flexibilidad, levantó las piernas y tirando hacia arriba se quitó el slip. Ella, en cambio, dejó que fuera su amante quién le quitara su ropa interior blanca de algodón.
    
    Sergio con mucho cuidado y casi temblando por la emoción se dispuso a desnudarla dejando a la vista unas hermosas tetas blancas de dureza adolescente y coronadas por un erguido pezón de fresa. Firmes y turgentes. Le parecieron como una fruta prohibida. Todo era tan prohibido que su excitación le era desconocida. Un extraño sudor frío recorría su espalda y le hacía temblar. El virginal pubis de su chica estaba cubierto por una fina capa de vellos rubios, suaves como el terciopelo. Al acariciarlos, con la yema de sus dedos, sintió el calor que desprendía la entrada de aquella vagina rosada. Irene acariciaba lentamente el tronco del miembro erecto de Sergio. La fría mano de la chica contrastaba con el calor del miembro de él. El tacto de la tersa y suave piel del falo provocó, en ella, una excitación que inundó de inmediato su sexo de flujos al tiempo que ambos suspiraban de placer. El chico se incorporó y buscó en el bolsillo de su pantalón, tirado en el suelo, un condón.
    
    Aparentando una experiencia de la que carecía, lo desenrolló sobre su pene antes de colocarse sobre ella:
    
    -Soy virgen, Sergio –anunció ella con cierto temor mirándole a los ojos y abriendo las piernas para acogerlo.
    
    -Lo hacemos con cuidado –trató de tranquilizarla el chico.
    
    Él, tan nervioso como ella intentó colocar la cabeza de su verga en la entrada del coño y empujar pero su torpeza y la virginidad de ella lo impedían. Tras unos segundos de intento logró introducir un poco su glande:
    
    -Duele, duele, para –se quejaba ella.
    
    Sergio volvió a intentar la penetración pero lo único que consiguió fueron más quejas de dolor por parte de Irene. Por un momento temió que no fuera posible hacerlo esa noche. En busca de una solución le propuso que quizás sería mejor que ella se colocase a cuatro ...