1. Descubriendo un Mundo Nuevo 3


    Fecha: 07/06/2019, Categorías: Incesto Autor: maeztred, Fuente: RelatosEróticos

    ... estar tranquilo?. Encima María me había dicho que no me durmiese, ¡pero como narices me iba a dormir si andaba más caliente que el palo de un churrero!. Esto no podía seguir así y decidí que si que quería dormirme y que para conseguirlo me tenía que cascar una buena gayola. No me costó más de 30 segundos que el aparato se me pusiera tontorrón, solo tuve que rememorar la última escena en mi habitación y el sándwich que me habían hecho en la cocina, me bajé el pantalón de deporte que había puesto para dormir y empecé a subir y bajar mi mano para aliviarme -¡joder que tetas tiene María!, que ganas de verlas bien y metérmelas en la boca…o mejor poner mi rabo entre las dos y tener una buena corrida…y que morbo tiene la primita, vaya culo-…en todo eso andaba yo pensando, cuando un sonido me puso en alerta: eran como pasos descalzos y una voz apagada que se iban acercando, con lo que a toda velocidad me tapé con la sábana y me quedé inmóvil. En unos segundos pasómi hermana Mel dirección a la terraza y parecía hablar por el móvil muy bajito; salió y se quedó allí cerca; ahora la tenía a la vista y por poco se me salen los ojos de las órbitas. Estaba vestida, (por decir algo), solamente con una especie de camisón muy cortito, casi transparente, que apenas le tapaba el espectacular culo y este, estaba cubierto por una diminuta braguita de color blanco. Supongo que no reparó en mí y seguía hablando por el móvil. A mí se me encendió la bombilla en la cabeza del rabo y, automáticamente, esta pasó a mandar sobre el resto del cuerpo y era la que enviaba las órdenes al cerebro, y al cerebro le dijo “levántate y anda”, con lo que antes de que me pudiese dar cuenta, estaba saliendo del sofá a hurtadillas, pasando por detrás de este a cuatro patas, pegándome todo lo que podía a la pared, fuera del ángulo de visión de Melinda, llegando hasta la puerta abierta de la terraza, y mirando lo más cerca que podía de aquella preciosidad, como un espía en territorio enemigo. Ella seguía ajena a mi presencia, casi de frente a mí, a unos escasos cuatro metros, mirando en dirección a la calle y concentrada en su conversación en voz bastante baja, circunstancia que yo aproveché para hacerle una radiografía visual detallada: estaba de pie de lado, apoyada en la baranda de la terraza con su generosa cadera, lo que me permitía ver sin ser visto, tenía una pierna cruzada graciosamente por delante de la otra a la altura de las rodillas, y desde mi posición creaba algo de sombra y no podía ver con claridad dentro de la parte delantera de sus braguitas, pero si disfrutaba de una panorámica espectacular de sus espectaculares piernas, de sus generosas caderas y aquel culo de infarto, y, sobre todo, de la visión que me ofrecía su escaso y vaporoso camisón, que junto con la luz de la luna me permitían disfrutar de sus maravillosos pechos; eran sencillamente perfectos, se veían muy firmes, redondos con una parte inferior que formaba un medio círculo ascendente casi perfecto, y solo se ...
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