1. La libertad de amar


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi cuerpo, no entendía nada, pero eran unas sensaciones que me gustaban y las iba buscando y provocando
    
    Iban transcurriendo los días, más roces, más sensaciones, más sueños en los que me levantaba con mis bragas realmente empapadas, recordaba pequeños fragmentos del sueño, partes inconexas que no entendía, eran sueños excitantes, de juegos sexuales con mi hermano y ahora le miraba con deseo en todo momento, me sentía observada en todo momento, cuando andaba, cuando trabajaba, cuando leía un libro en la sala de recreo incluso cuando me vestía y dormía.
    
    Los dos estábamos raros y lo empezamos hablar, él tenía los mismos sueños las mismas sensaciones hasta que un día mi hermano me empezó a contar una teoría de lo que podría estar pasándonos, era la explicación más razonable y era que a causa de no tener comunicaciones, los receptores de los chips que teníamos implantados no transmitían ni recibían y eso había hecho que no inhibirán nuestros apetitos más primitivos.
    
    El sol se ponía detrás del planeta y yo estaba viendo aquel maravilloso espectáculo cuando entro mi hermano entro en la sala, empezamos hablar de lo bonito que sería ver aquello sobre el planeta y nuestras manos se rozaron por un momento, sentí nuevamente aquella sensación de placer y mi mano busco la suya nuevamente, nos empezamos acariciar despacio, nuestros dedos empezaron a jugar entre ellos mientras que mirábamos por el ventanal la puesta del sol, frente a nosotros nuestro reflejo, los dos de pie frente aquella ventana, cogidos de la mano mirando al infinito.
    
    Me cubría una camiseta muy larga de color azul que me llegaba por encima de las rodillas y mi hermano tan solo unos pantalones cortos de deporte, ya que venía de hacer algo de ejercicio en el gimnasio, la mano de mi hermano empezó a subir por mi brazo muy suavemente, casi sin rozarme, nos giramos a la vez dejando el ventanal a un lado y nuestras manos empezaron a recorrer nuestros brazos a la vez que nos mirábamos con deseo.
    
    Recorría sus fuertes brazos una y otra vez y fue mi hermano el primero en desviar sus caricias hacia mis senos, pasaba su mano por encima de ellos, haciendo que mis pezones se dispararan intentando atravesar la camiseta, bajaba hasta acariciar mis muslos y subir por encima de la camiseta por mis caderas, mi costado hasta llegar a mi axila para volver de forma inversa el recorrido, yo me atreví a posar mis manos sobre su pecho, acariciando levemente sus músculos, sus pectorales, sus abdominales, dibujándolos con las yemas de mis dedos, sentía como mi respiración se aceleraba, como mi corazón golpeaba contra mi pecho con fuerza, como mis senos reaccionaban cuando sus manos se posaban nuevamente en ellos.
    
    Sentía como mi sexo se humedecía como mis bragas se iban mojando y como a mi hermano le crecía un bulto por debajo del pantalón, aquellas sensaciones eran nuevas para los dos, nunca habíamos experimentado nada igual, nunca habíamos acariciado nuestro cuerpo y mucho menos el de otra persona, ...
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