1. Un cine solitario


    Fecha: 03/08/2021, Categorías: Sexo Oral Autor: MathewDream, Fuente: CuentoRelatos

    ... reacciones, gemidos, suspiros... Me pierden las súplicas y peticiones…
    
    –Uff, si, comételas. –Fue la susurrante súplica que deseaba escuchar de mi inesperada acompañante, intentando no armar mucho escándalo y removiéndose de gusto en la butaca.
    
    Mis pupilas gozaban por contemplar el placer en su rostro. Sus ojos entrecerrados, la boca entreabierta y la respiración entrecortada. Se mordió el labio inferior con uno de sus perfectos incisivos mirándome directamente y fue entonces cuando supe que tenía que ir más allá y deseé centrar mis caricias bajo su falda. Ella no opuso resistencia cuando notó las yemas de mis dedos subir por la cara interna de uno de sus muslos. De hecho, como la prenda de vestir era algo rígida, me ayudo a levantarla y me dejó ver una bonita lencería de color negro opaco, salvo por un espacio transparente y punteado justo en la zona del vello púbico, que llevaba muy cortito y arreglado.
    
    Miró por encima de los asientos hacia atrás para ver si alguien nos podía pillar. Yo en cambio, en ese instante ya estaba cegado por el deseo y solo nos veía a nosotros. Especialmente cuando posé mis dedos sobre la tela fina de su ropa interior y comprobé que la humedad la traspasaba y me mojaba. Aquella era una sensación táctil que me pedía ya piel con piel, así que no me recree demasiado y pronto metí mi mano bajo el tejido en busca de su clítoris.
    
    Dio un pequeño respingo, y un suspiro.
    
    Mi índice resbaló con facilidad, dibujó unos círculos con un poco de presión y se metió dentro de ella en busca de lubricación natural, para así poder volver a proporcionar más caricias de nuevo a ese botoncito que, en mi mente no dejaba de pensar que quería sentir en mi boca. Pero ahora mi boca estaba ocupada, no disponible. Besándola, recorriendo su cuello, su cuerpo, acompañando su placer en lo posible mientras había cambiado de estimularla con un dedo a hacerlo con dos, dentro y fuera repitiendo la misma operación de extender la humedad hacia su clítoris y estimularlo después directa y digitalmente.
    
    En ese momento notaba una erección tan rígida que dolía. Dentro de mis pantalones sentía una calurosa llamada de atención, un deseo de liberarse y participar, acallado solo por mi cerebro que deseaba seguir gozando de tener el control y marcar el ritmo.
    
    Me acerqué como pude para sentir su sexo con mis labios, saborearlo y respirar su aroma, pero resultó muy complicado con el reposabrazos que separaba nuestros asientos, así que acabé arrodillándome, dispuesto a colocarme en una posición sumisa, preparado para conquistar de nuevo mi posición de poder y dominio sobre el deleite de mi amante desconocida. Y por fin se las quité. Hasta los tobillos. Saqué sus preciosas braguitas negras por encima de sus botas y, puesto que no vi donde dejarlas sin que se mancharan debido al anterior desastre con las palomitas, actué rápido y me las guarde en el bolsillo del pantalón percibiendo como mi glande se acomodaba al nuevo bulto textil suave y mojado, que ...
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