1. Me convierto en sumisa en un sex shop


    Fecha: 18/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: kittysumise79, Fuente: TodoRelatos

    ... apreciativamente. Me giré para quitarme el sujetador, antes de que mis manos llegaran a la espalda, sentí las suyas desabrochándolo, lo deslicé por mis brazos y lo colgué; cuando lo hice, ella metió los dedos en mi tanga y me lo bajó de golpe—, levanta el pie, bonita —le hice caso y ella se llevó una clara visión de mi sexo—. Ahora, el otro y gírate —se quedó de cuclillas mientras mi vagina quedaba a la altura de sus ojos—. Muy bonita, ¿llevas algúnpiercing que quieras resaltar?
    
    —Emm, no, ninguno —sentía un poco de pudor frente a los ojos de la mujer.
    
    —Pues, yo me lo plantearía, tienes un sexo precioso y con unos aros resaltaría mucho tus labios, los tienes grandes y carnosos, muy apetecibles.
    
    Levantó la vista y sonrió lamiéndose los suyos. Nunca nadie me había dicho algo parecido.
    
    —Abre las piernas, cariño, voy a tomarte las medidas para el tanga.
    
    Sacó una cinta métrica y yo abrí las piernas, la situación comenzaba a calentarme. Ella la pasó entre mis piernas e intencionadamente me rozó el clítoris. No pude evitar que escapara un gemido. Ella sonrió.
    
    —Eres muy receptiva, ¿lo sabías? Tu interior brilla jugoso como una fruta madura, pareces deliciosa me pregunto si sabes a fresa.
    
    Apretó la cinta contra mi sexo, y sin soltarla se incorporó, comenzó a moverla entre mis piernas sin dejar de mirarme a los ojos, imagino que me estaba pidiendo permiso porque no creo que así se tomara la medida.
    
    Llevaba tantos días sin sexo que el simple roce podría hacer que me corriera, no me sentía con fuerzas para detenerla y ella parecía intuirlo.
    
    —Muévete, preciosa, si así lo deseas, me gusta mirar cómo se contrae tu rostro de placer.
    
    A mí me estaba poniendo mucho la situación, si Javier me estuviera viendo por un agujero seguro que se echaba las manos a la cabeza. Lo que estaba haciendo no estaba bien, o lo estaba demasiado, ya no estaba segura.
    
    —Separa más las piernas, abre los brazos, sujétate a la pared del probador y frótate contra el metro.
    
    Me gustaba muchísimo que me diera órdenes, sabía que esa pulsión estaba ahí pero no era capaz de admitir cuanto necesitaba a alguien así. Su voz me envolvía, tensó más la cinta hacia arriba y yo comencé a moverme, a jadear. Movía las caderas hacia adelante y hacia atrás buscando la presión necesaria. Mi sexo comenzaba a lagrimear empapando la cinta, lubricándola con mis jugos y haciéndola más resbaladiza entre mis piernas.
    
    —Ohhhhh, suspiré.
    
    —Mmmm, precioso, sigue así, cariño, busca el alivio que necesitas. Me gusta mirar lo cachonda que estás, tienes unas tetas magníficas y esos pezones... —masculló.
    
    Yo seguía moviéndome abandonada al placer. Mi clítoris tamborileaba contra el metro pero no lograba alcanzar el orgasmo. Lo sentía palpitar, lo necesitaba, necesitaba liberarme, pero no podía, el orgasmo no se rendía a mi necesidad, lo tenía en las puntas de mis dedos y se escapaba entre ellos. Como arena en el desierto.
    
    —No puedo, no llego, es muy difícil.
    
    Abrí los ojos y la ...
«1234...8»