1. Yo me opongo


    Fecha: 29/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Jane Cassey Mourin, Fuente: TodoRelatos

    ... ella, antes de despedirme para siempre de la mujer a quien había amado en secreto durante tantos años, quien ahora tomaba mis manos mientras apretaban sus senos, gimiendo, abrazando mi cuello con sus piernas en medio del frenesí de un orgasmo cuyas sensaciones podría extrañar toda la vida.
    
    Ella bajó sus piernas y se relajó, recostándose en la cama, sonriente, como tantas veces la había visto hacerlo. Sabía que si intentaba algo más me rechazaría como ya lo había hecho innumerables veces en el pasado, pero esa vez sería diferente, en ese instante no estaba dispuesto a aceptar una negativa de su parte.
    
    Subí besando su abdomen mientras mis manos no se apartaban de sus senos. Casi podría jurar que en aquel momento, su rostro mostraba una sonrisa condescendiente, como si se viera obligada a lidiar nuevamente con mi insistencia, dando por hecho que yo tendría que saber que todo se había acabado, que debía marcharse ya a los preparativos de su boda, la cual tendría lugar pocas horas más tarde.
    
    Mi boca se llenó con sus senos, succionándolos con fuerza, de una forma que sabía que ella no disfrutaría, que le provocaría dolor y dejaría marcas en sus tetas. Ella trató de apartarme sin ser capaz de lograrlo.
    
    - ¿Qué demonios haces? Suéltame que me vas a dejar marcas.
    
    - Esa es la idea - sentí sus manos empujar mi cabeza sin lograr que me moviera un solo centímetro, trató de pegarme, retorció su cuerpo para librarse de mí, pero entonces la tomé por las muñecas y las coloqué a un lado de su cabeza, sujetándolas con fuerza. Ella me miró, tratando de controlarse así misma, mientras mi peso se recargaba en su cuerpo, haciendo que fuera imposible para ella librarse de mí.
    
    Mis caderas se movían entre sus piernas abiertas, rozando mi miembro en su vulva, provocando que sintiera contracciones en su vientre, haciendo que el placer de mis roces la excitara aunque ella no lo admitiera nunca.
    
    Su boca entre abierta, su mirada titubeante y el desistimiento en sus intentos rechazarme, fueron los signos que delataron su excitación. La penetración fue limpia, pues su vagina me recibió con el cálido abrazo del abundante fluido que emanaba de ella. Mientras un gemido profundo me invitaba a continuar, a cogérmela como quisiera, hacerla mía nuevamente como lo habíamos hecho tantas e incontables veces.
    
    Sus gemidos y la forma en que nuestros cuerpos chocaban, generaban la melodía perfecta en medio de una sinfonía de placer, que nos llevó a besarnos sin inhibiciones, que me permitió soltar sus muñecas y dejarme llevar por la sensación de su vagina abrazando mi pene, contrayéndose mientras entraba y salía de ella.
    
    La tomé por el pelo con agresividad, haciendo que gritara mientras mis labios probaban el sabor de su cuello, succionando con fuerza su piel pues quería dejarla marcada, quería que el imbécil con quien se casaría en unas horas, supiera que esa mujer no era solamente suya.
    
    Ella no opuso resistencia a nada de lo que le hacía, se mostraba tan ...