1. LEYENDO EL DIARIO DE PIRUCHA.(I)


    Fecha: 04/05/2021, Categorías: Dominación / BDSM Fetichismo Gays Autor: Ruizy, Fuente: SexoSinTabues30

    ... imaginar la causa.
    
    Me encerré en un retrete y seguí su consejo lavando mis partes íntimas lo mejor que pude y me sequé con el papel higiénico que afortunadamente había allí. No puedo negar que el comentario me había alertado, pero también tuvo la virtud de… excitarme. Una erección imposible de disimular. ¡Estaba caliente! No lo podía creer. Siempre había fantaseado con tener sexo obligado en una prisión…
    
    Ahora estaba a punto de hacerlo realidad. Sin embargo, la fantasía y la realidad no van de la mano.
    
    Los guardias empezaron a separar a los comensales y a dirigirlos a las celdas en que había dos literas, una mesa y un lavatorio que servía de mingitorio de emergencia. Raro lo que me dijo en el baño. Ese lavatorio habría servido en caso de… Pensé. Iban pasando los detenidos a ocupar sus dormitorios.
    
    La pregunta era con quien me tocaría. De pronto, fui cogido de un brazo por uno de los guardias y llevado a la quinta celda del pasillo. Me empujó dentro. Luego pasaron mis compañeros. Uno era bajo, rechoncho y de unos treinta o cuarenta años. El otro, alto y macizo, calvo y con una incipiente barba y bigotes, entre cuarenta y cincuenta. Debo decir que los hombres con bigote son mi debilidad.
    
    No sé a qué atribuirlo, pero me siento débil, seducido, atemorizado, ante ellos. Y el último, me hizo encabritar el corazón. El moreno enigmático y amenazante. No debe haber tenido más de treinta.
    
    Sólo quedaba una de las literas altas libre, así que me encaramé lo mejor que pude sin realizar ningún movimiento extraño que me pusiera en evidencia. En la litera de abajo, el bigotudo. Al frente, el negro y en la otra el rechoncho. Nadie conversó ni una sola palabra.
    
    Pronto se oscurecería y la luz se apagaba temprano. Una luz mortecina llegaba a la celda desde el centro del pasillo. Un timbre y se cerraban las puertas y los guardias se quedaban en la sala en que veía televisión o simplemente charlaban. Me di vuelta hacia la pared. Me acurruqué. Sin pensarlo, mi culo estaba al borde de la litera.
    
    Un murmullo. Un intercambio de frases sin sentido para mí. “Ya, gané yo”. Escuché. Siento una mano que se desliza por mis muslos, mis nalgas. Llega al borde del pantalón. Siento un tirón. -“¡Ya, putito, te llegó tu hora”! Me bajan en vilo entre el bigote y el moreno. Están sin camisa, descalzos y sólo en pantalones. Evidentemente, no usaban ropa interior, como me di cuenta después.
    
    Entre ambos, me desnudaron. Sentía como me palmeaban las nalgas. Una mano hurgaba mi trasero. Los recuerdos se me vinieron a la mente. Este juego me transportó al tiempo en que el cura me hacía lo mismo. Deslizaba su mano. Sus dedos. Rozaban mi piel. Pellizcando, excitando mi carne…
    
    “¡Mira, tenemos un putito!” Dijo el bigote mientras me tomaba fuertemente la verga que lucía una erección. -“Está caliente”. -Ya te vamos a dar tu merecido, maricón. Dijo el rechoncho. -¡Primero, tendrá que ser un ternerito para todos!
    
    -Ya, primero te comerás la prieta! Empujaron al negro ...