1. Las refugiadas 3 - Comidas y propuestas


    Fecha: 17/03/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... desnuda hasta él. Le daba un largo morreo y se dejaba magrear por él.
    
    »—Hola cariño —le saludó después del morreo—. No te esperaba hasta dentro de unas horas.
    
    »—Ya lo veo —respondió él—. Pero se canceló una reunión a última hora. ¿Me presentas a tu novia? ¿Es de la que me hablaste?
    
    »—Sí. —Se giró hacia mí—. Ven Mine… ven que te presente a mi esposo.
    
    Elisabeta se echó a reír.
    
    —Me imagino la escena.
    
    —¡Sí!, pues yo no me la imagine. ¡La viví!
    
    —Sí supongo que sería muy humillante.
    
    —¿Humillante? No. Estaba demasiada aterrada para sentirme húmeda. Pero lo estaba.
    
    »Hasta que oí los aplausos yo era una chica de pueblo que estudiaba para mejorar, pero que tenía un romance con una mujer mayor, aunque no mucho, con mucho dinero. Cuando iba a su casa, sin ella, las primeras veces fuimos juntas —desbarró Minerva pensando lo que decir—, pero luego me decía simplemente que tomase un taxi y fuese. El mayordomo lo pagaba al llegar.
    
    »La primera vez le opuse que no tenía dinero y ella me replicó con un «Eso no es problema. Dile al taxista que espere y llama a la puerta». Creía que ella saldría a pagarlo, pero no. Llamé y el mayordomo me dijo que entrase y siguiese a la chica. Yo lo avisé que el taxi estaba sin pagar y él solo dijo «Lo sé», e hizo una seña a otro sirviente que salió a pagar el taxi. Subí a la habitación y allí me esperaba ella desnuda.
    
    »Era una gran habitación, con una inmensa cama de más de dos metros por lado, tocador, vestidor… dos vestidores hecho, uno lleno de ropas de hombre. Y un enorme jacuzzi en la misma habitación. Aunque en ese momento lo tenía vacío. Estuvimos toda la tarde. Supongo que en ese momento ya se lo había contado a él, pues le pregunté si no temía que los criaros se fuesen de la lengua con su esposo y ella dijo que no. Me regaló un collar y llamó un Uber para mi regreso, así no pagaba el taxi.
    
    »Así que durante meses follamos en la misma cama que lo hacía con su esposo. Fue la tercera cita (en la segunda no me regaló anda), creo, cuando le pedí un hueco en su casa. Iba retrasada en los pagos del alquiler y mis compañeras de piso me iban a echar. Ella se rio. Me regaló una chaqueta suya de Prada. A la semana siguiente era la del pago del alquiler. Había vendido la chaqueta en una tienda de segunda mano y tenía para ese mes, pero no para los dos de retraso, así que estaba pensando en que excusa darles para ganar tiempo. Sin embargo, mis compañeras de piso me entregaron el dinero del alquiler a mí. Y la chaqueta de Prada. Ella, o algún empelado suyo, les había dado los dos meses de retraso y había pactado con el casero el pago del alquiler. Así que ahora ellas me pagarían a mí el importe. Cuando dije de entregarle lo que me habían dado mis amigas me lo quitó de la cabeza.
    
    —Te había comprado.
    
    —Supongo que sí —Minerva se encogió de hombros—. Pero no estaba con ella por eso… o es lo que me decía a mí misma. Lo que aún me digo.
    
    Pedro había estado hablando mientras comía. Anastasia ...
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