1. Morbo negro...


    Fecha: 23/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: AnaSur, Fuente: TodoRelatos

    ... hubo réplica alguna, y sin preámbulos, movió su cara de arriba abajo intentando estimular el coño de Ana. Notaba como esos labios jóvenes se iba humedeciendo dentro de las braguitas. De lado a lado, de arriba abajo. La nariz de Carlos jugaba con el sexo de Ana. Las manos de Carlos se aferraban al cuerpo de la joven. Los sollozos de Carlos llenaban la habitación, el roce de las bragas de Julia lo evocaban al pasado, cuando las que se las ponía era la madre de Ana. Pero ahora esa piel lo tenía locamente perdido. Abro la boca, encajo lo que a todas luces era el coño mojado de Ana dentro de ella y absorbió.
    
    - Ahhh…
    
    No hizo falta más, un leve suspiro de Ana, para que Carlos sacara su lengua y buscase la raja de Ana. Deslizando levemente la braguita, encontró los labios mayores de la chica, que empezaban a hincharse al contacto con el tacto cálido de la boca de su padrastro.
    
    - Perdóname Ana…
    
    - No te preocupes Carlos, es normal…
    
    - No puedo controlarme…
    
    - No lo hagas amor…
    
    Las manos de Ana agarraron las de Carlos, llevándolas hacia arriba. Carlos metió de un golpe sus rudas manos dentro de la camiseta de Ana para agarrarle las tetas. Eran tan pequeñitas como duras, abarcables por las grandes manos de este. Con maestría introdujo ambos pezones ente las falanges de sus manos y las apretó, al tiempo que su lengua ya recorría el interior del coño de Ana, haciendo presión sobre su clítoris. Ana, indefensa, apretaba los muslos contra la cara de Carlos, buscando aumentar la presión de su boca entre sus piernas.
    
    - Ahhh… Ah... Ah…
    
    Era inevitable, mientras las manos de Carlos se aferraban a las tetitas de Ana, su coño se derretía entre los labios de aquel hombre. Los espasmos del cuerpo de Ana fueron el deleite de la boca de Carlos, que tragó los flujos de Ana durante los segundos que duró la corrida de su hijastra…
    
    Todo se volvió oscuridad.
    
    Era de día, pero aun así, para la época del año en la que estábamos, era como si el sol no lograra salir del todo. No sabía que había pasado, como había vuelto de nuevo a su cama. Se levantó y corrió hasta la habitación de Ana. No podía dejar que las cosas siguieran así, debía irse de casa. Creyó haber soñado el encuentro con la hija de Julia, pero se relamió y pudo notar el sabor del coño de aquella pequeña Diosa.
    
    - ¿Ana? ¿Estás ahí?
    
    - Si Carlos, estoy en mi cuarto.
    
    Allí estaba, con esas braguitas que tan bien le quedaban y aquella camiseta que no conseguía ocultar los pezones pequeños, pero bien marcados sobre la tela. Ana estaba sentada frente al escritorio. Carlos estaba decidido a acabar con aquello:
    
    - Ana, esto no puede seguir... Yo...
    
    De nuevo, cuando Carlos miro aquella cara que tan le recordaba a su mujer, rompió a llorar.
    
    - Carlos, no tienes nada de que preocuparte. Yo estoy aquí para ayudarte a superar la perdida de mi madre…
    
    Sin que Carlos pudiera pararse a pensar, Ana metió su mano entre las piernas de su padrastro.
    
    - Por favor Ana…
    
    Ana llevo su frente a ...
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