1. Se la clavé en el culazo a la viudita mirona


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... vista seguía fija en la polla del mudito.
    
    —Yo te estoy enseñando la polla, enséñame esas tetazas. Nunca he chupado una tetas.
    
    —¿Nunca? —preguntó muy alterada la viudita.
    
    —Nunca, nunca, te lo juro.
    
    —Solo un poquito —dijo la viudita y se quitó el sostén, se desabrochó del todo la blusa y le enseñó sus dos tetazas al mudito, que se volvió loco, sus ojos echaban chispas.
    
    —Chúpaselas. ¿No ves que lo está deseando, capullo? —le dije al darme cuenta de que no se movía del sitio. Pero mi orden surtió efecto. Se acercó a la viudita y ella le llevó la cabeza hacia sus tetas y le puso el pezón en la boca, como si fuera un niño. El mudito lamía con desesperación y ella daba gemiditos hasta que le hizo separarse.
    
    —No, no, puede ser, pareces muy jovencito y nos puede ver alguien –decía la tía, que hacía intentos de esconder sus tetas con la blusa pero su mano se iba hacia la polla durísima del mudito.
    
    —¡Qué grande la tienes!
    
    —Dale la mano y dile que vais a un sitio escondido y te la llevas en esa pequeña praderita, donde yo he puesto una manta. Ahí no os verá nadie –seguí dirigiendo al mudito.
    
    Fue mi última orden porque el mudito se guardó el móvil. La viudita se estaba acariciando por encima de la falda.
    
    —Aquí no puede ser, no puede ser —decía—. Eres muy jovencito.
    
    —Vamos a un sitio que me sé, aquí detrás, muy escondidito, nadie nos verá.
    
    —No sé. No sé.
    
    El mudito se levantó y caminó hacia donde yo le había dicho. Ella parecía que iba a quedarse sentada.
    
    —Vamos, vamos —le dijo al tiempo que se acariciaba el pollón.
    
    —¿Dónde me llevas? —dijo mientras se levantaba y caminaba siguiendo los pasos del mudito.
    
    Llegaron al sitio elegido por mí, la manta estaba en el suelo. El mudito no sabía qué hacer y cogió otra vez el móvil.
    
    —Dile que se ponga a cuatro patas como un perrito y tu colócate delante para que te chupe la polla –le dije.
    
    —No sé si querrá –me replicó.
    
    —¿Con quién hablas? –le preguntó la viudita.
    
    —Con nadie. Ya cuelgo.
    
    El mudito se arrodilló y se agarró el pollón con las dos manos.
    
    —Ponte a cuatro patas como un perrito y chúpamela —le oí decir.
    
    —Ay, ay, por qué me haces esto. No puede ser, no puede ser.
    
    Pero la viudita se puso también de rodillas, estaba hipnotizada por lo que veía y empezó a acariciar la polla del mudito.
    
    ——Ay, ay, hace tanto que no toco una, y la tienes tan grande. Madre mía, que gusto.
    
    La viudita estaba en éxtasis, se puso a cuatro patas como un perrito y se puso a chuparle la polla al mudito. Fue cuando le dije a Bernardo que teníamos que entrar en acción. Salimos de nuestro escondite y nos situamos detrás de la viudita. «Tú vas a comerle el coño mientras yo le clavó esta polla por el culete, lo estoy deseando».
    
    Ella seguía chupándole la polla con frenesí al mudito, que tenía los ojos en blanco. Ella ni siquiera se había dado cuenta de nuestra presencia. Solo descubrió que estábamos allí cuando empecé a acariciarla el culo y le subí la falda hasta la ...