1. Se la clavé en el culazo a la viudita mirona


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... le interesase. A nosotros no nos había visto.
    
    —Mudito, es tu oportunidad –le dije—. Tienes que quitarte ese pantalón de chándal que llevas y ponerte esto.
    
    Le enseñé unos legings míos que seguro que le iban a estar estrechísimos. Los había traído para esta ocasión. Bernardo se descojonaba.
    
    —No, yo no me pongo eso.
    
    —¿Quieres follar, mudito?
    
    —No sé, no sé.
    
    —Ponte esto y siéntate en el banco que hay frente a la viudita, llévate el móvil y haz todo lo que yo te diga.
    
    —Déjame en paz.
    
    —Mudito, esa mujer te la va a chupar si te atreves.
    
    —Hazlo tú.
    
    —Yo se la voy a clavar en el culazo mientras te la chupa a ti.
    
    —Tú estás loco.
    
    —Venga, mudito, yo te dirijo.
    
    Se puso los leggins sin calzoncillos. Era un espectáculo porque yo había traído unos leggins blancos, casi trasparentes. El mudito tenía un pedazo de pollón y además estaba empalmado.
    
    —Bernardo, esa tía va a enloquecer en cuanto le vea.
    
    —Menudo pollón se gasta el mudito. Si se le va a salir de los leggins.
    
    —Yo no voy así a ninguna parte –se quejó el chico.
    
    Pero no tuvimos que rogarle mucho. Se marchó caminando marcando pollón. Nosotros nos colocamos detrás de un seto desde el que veíamos todo. El mudito llevaba el móvil en la mano. El chico llegó hasta el banco que estaba frente a la viuda.
    
    —No te sientes todavía —le dije por el móvil—. Estírate un poco y que se fije en tu polla.
    
    La viudita estaba sorprendida con aquel gordote frente a ella. El mudito estuvo un rato de pie sin que ella perdiera ojo a su paquete. Cuando se sentó en el banco seguí dándole instrucciones.
    
    —Siéntate con las piernas abiertas y muy estiradas y no dejes de mirarle las tetas y el chocho.
    
    Yo me fijaba en la viudita. Ella estaba con las piernas cruzadas frente al mudito.
    
    —Acaríciate la polla, mudito, y sácatela un poco por arriba de los leggins.
    
    —No, no me atrevo.
    
    —Venga, no seas gilipollas.
    
    Pero lo hizo. La viudita descruzó las piernas y se desabrochó un par de botones de su blusa. Creo que empezaba a ponerse nerviosa, pero no se levantaba ni decía nada. Solo miraba el pollón del mudito.
    
    —Venga, mudito, bajate un poquito los leggins, que te vea más la polla.
    
    El mudito obedeció. La viudita se subió un poco la falda para que el mudito pudiera ver sus muslos y se desabrochó más la blusa. La tía estaba poniéndose cachonda con el espectáculo.
    
    —Acariciate bien la polla, mudito.
    
    La viudita se acariciaba también las tetazas y se había subido tanto la falda que se le podían ver unas braguitas blancas.
    
    —Hoy follas, mudito. Levántate y siéntate en el banco donde está ella y dile que quieres chuparle las tetas.
    
    —Tú, tú estás loco.
    
    —Venga, mudito, no ves que está cachonda. Si no quisiera, ya se habría ido.
    
    El mudito se levantó acariciándose la polla y se sentó en el banco al lado de la viudita. Ella estaba alucinada y más cuando oyó lo que le decía.
    
    —Déjame chuparte esas tetazas.
    
    —Qué dices. No puede ser —Se hacía la recatada mientras su ...
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