1. Se la clavé en el culazo a la viudita mirona


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    —La vieja es una mirona.
    
    Se lo oí decir a dos chavales jovencitos en el pub donde paro por las noches. Yo estaba con una cerveza en la mano con mi amigo Bernardo. Los dos pasamos de los cincuenta y nos colocamos todas las noches en este local. Me quedé con la copla de los jovencitos y seguí expectante su conversación.
    
    —Esa tía va por las tardes a pasear por el parquecito de las acacias y se fija en todas las parejas, a mí y a mi novia no nos quita el ojo. El otro día le dije: «¿Qué miras, vieja?». Y se marchó espantada.
    
    —Eres un cabronazo. Déjala que mire lo que quiera. A ti que te importa — le respondió el amigo.
    
    No pude evitar meterme en la conversación de los dos chavalitos.
    
    —¿Y quién es esa vieja? –les pregunté.
    
    —Una viuda. Se le murió el marido hace cinco años y debe estar cachonda perdida. Vive en el quinto piso de mi bloque.
    
    —Podías hacerla un favor si está tan necesitada –les dije.
    
    —¿Yo? No jodas. Donde estén las jovencitas que se quite esa veterana. Si debe acercarse a los sesenta.
    
    —Pero tiene unas tetazas y un culazo…­—respondió el amigo.
    
    —Al mudito sí que le gusta.
    
    —¿Quién es el mudito? –les pregunté.
    
    —Un colega que no se ha estrenado. Es medio lelo pero le hemos dicho que algún día pase por el parque y la entre. Mira, por ahí viene el mudito.
    
    Por la puerta entraba un chico gordo y feo. Se unió a la reunión pero no abrió la boca. Sus amigos le vacilaban.
    
    —Mudito, tienes que enseñarle la polla a la viudita —le decían—. Seguro que se cae de espaldas cuando te la vea.
    
    —De…dejadme tran…tranquilo.
    
    El chico tartamudeaba y tiraba perdigones. Menudo ejemplar.
    
    —¿Y a qué hora pasa esa viudita por el `parque? –pregunté.
    
    —A las diez de la noche. Da una vuelta y a veces se sienta en un banco, ya te digo que es una mirona. Nosotros hemos decidido ir a otro sitio. El único que la sigue vigilando es el mudito. ¿Cuándo te vas a decidir, mudito?
    
    —So…sois tontos.
    
    Invité a una cerveza a toda la banda y luego me marché con mi amigo Bernardo, que está más salido que el mudito. «Oye, tronco, tenemos que dar un paseíto por ese parque». «Eso mismo había pensado yo, pero vamos a echarle una mano al mudito». «¿Al mudito?». «Si él no se atreve, nosotros le daremos un empujón. Hay que ayudar a la juventud. Seguro que hay filete para todos».
    
    Al día siguiente Bernardo y yo estábamos sentados en un banco en el parque de las acacias a las diez de la noche. Primero vimos al mudito. Yo tenía un plan.
    
    —¿Ha venido tu novia? –le pregunté.
    
    —No, no es mi novia. Mira, mira, por ahí llega.
    
    Era una veterana, sí. Iba caminando por el parque. Vestía con una blusa entallada y una falda hasta la rodilla nada sexy. Destacaba su culo, un culazo que parecía estar pidiendo una buena polla. Tenía unas tetas gloriosas.
    
    —Hoy tienes que enseñarle la polla, mudito –le dije.
    
    —Yo me voy.
    
    —No, no te vayas.
    
    La viudita se sentó en un banco apartado después de dar una vuelta. No debió encontrar ninguna pareja que ...
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