1. Pasos en la noche 2


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Incesto Autor: Virjal, Fuente: TodoRelatos

    ... que no notara mis expresiones.
    
    —Se siente rico… más fuerte…
    
    Apreté con más firmeza y comencé a jalar con más velocidad. Su verga era dos veces más larga que el ancho de mi mano. Era gruesa, aunque no tanto como la de papá. Mi boca se hacía agua, justo como cuando pensaba en Lidia.
    
    —Más rápido, Mónica —gimió.
    
    No podía hacerlo más rápido o se vendría. No podía permitirlo todavía, no sin antes…
    
    Me la metí a la boca. Escuché cómo soltó un bramido de sorpresa, pero rápidamente se tranquilizó. Su cadera se empezó a mover al ritmo de mi mamada, permitiéndole llegar más adentro. Estaba alcanzando mi limite, aquel donde me daban ganas de vomitar. Tuve que detenerlo antes de que se emocionara más y siguiera con más fuerza.
    
    —Espera, Mónica. ¡Quiero más!
    
    Me limpié la saliva de mi boca y lo miré directamente a los ojos.
    
    —Darío. Esto es sólo el comienzo. Si lo que quieres es tener un bebé te falta todavía lo más importante.
    
    Me subí por completo a la cama, me quité los calzones por debajo del vestido y abrí las piernas para él con la falda levantada.
    
    —¿Qué es eso?
    
    —Es una vagina, hermano. No puede ser que no sepas qué rayos es una.
    
    Los otros chicos las mencionan, pero nunca pensé que fuera esto.
    
    —Por aquí es por donde orinamos las mujeres. También es por donde se hacen los bebés. ¿Te gusta?
    
    Asintió, emocionado.
    
    —Huele bien…
    
    También es deliciosa, le pude haber dicho, pero no quería confundirlo más. Decirle que su hermana se había acostado con otra mujer sería demasiado para él. Sobre todo, porque sí sabía que eso estaba mal.
    
    —Yo ya estoy embarazada —levanté un poco más el vestido, hasta arriba de mi estomago para que viera la ligera hinchazón—, así que ya no puedes hacerme un bebé, pero sí puedes fingir que me lo haces. ¿Quieres intentarlo?
    
    Asintió. Le indiqué que subiera a la cama y se colocara entre mis piernas. Su cadera quedó cerca de la mía. Su enorme verga coronada por una gota de líquido preseminal quedó justo entre los pliegues de mi coño. Me hizo soltar un gemido al rozármelo.
    
    —¿Estás bien? —preguntó con preocupación.
    
    —Sí… mira… —tomé su verga con mi mano—… por aquí es por donde se introduce.
    
    Alineé su verga con mi coño. Yo ya estaba mojada y dilatada. Estaba lista para aquella sensación que sólo mi padre y el dildo de Lidia me habían hecho sentir. Solté un gemido cuando entró hasta el fondo. Él gruñía sin saber por qué.
    
    —¿Te gusta?
    
    —sí… —respondió ido.
    
    —Sólo se la debes meter a las mujeres que amas y que te aman, ¿entiendes? Como tu esposa, cuando tengas una. Sólo nunca debes decirles que yo te enseñé a hacer esto, ¿oíste?
    
    Asintió, más interesado en las sensaciones de meterlo hasta el tope y luego sacarlo. Yo exhalaba con fuerza cada que él movía la cadera hacia atrás. Me llenaba de desesperación pensar que podría sacármela y no volverla a meter.
    
    —Lo estás haciendo muy bien… —dije, apenas con aliento—. Ahora hazlo más rápido.
    
    Mi hermano comenzó a mover la cadera hacia ...