-
Mi jefe le rompio el culo a mi esposa
Fecha: 20/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... por fin la noche había empezado a ponerse divertida pensé. Considere que alguien que disfruta de esa forma el culo de mi esposa tenía que agradecérselo y que mejor forma de hacerlo que acercándoselo para que lo contemplara en toda su expresión. Como las mesas estaban casi al borde de la pista me fue fácil. Bailando y muy lentamente para que Ana no se diera cuenta, la fui llevando para ese lado hasta dejar su hermosa cola casi pegada a la cara del tipo. Imaginé que en esa posición el viejo iba a hacerse el distraído para que yo no me diera cuenta de su actitud, pero no, siguió con los ojos clavados en el cuerpo de mi mujer en la misma posición que estaba y sin ningún tipo de disimulo. La situación me había causado un principio de erección y quizás fue por eso que tuve el coraje de seguir adelante en la provocación. La acerqué a mí tomándola por la cola con las dos manos y le di un profundo beso. Ella me miro sorprendida sin sospechar nada, yo le sonreí y seguimos bailando. Observe al viejo y ahí note que me estaba mirando fijamente. Sentí como que me preguntaba si eso había sido para él. Le hice un gesto con la cabeza que podía interpretarse como un saludo, pero también como un asentimiento. El repitió mi gesto e inmediatamente volvió a bajar su mirada al culo de Ana. En ese momento se encendieron las luces y paro la música. Les confieso que volver a nuestra mesa y sentarme fue un alivio, ya se me hacía difícil disimular mi erección. - ¿Que fue eso del beso?, me preguntó. - Nada, tuve ganas de besarte, le contesté. - Fuiste muy efusivo y había mucha gente mirando, dijo. - Nadie nos vio, le respondí. Ella no dijo nada, solo río. Mientras comíamos el segundo plato no podía dejar de observar al viejo. Estaba sentado junto a un grupo de tres hombres y tres mujeres con edades similares a las de él. Conversaba y reía constantemente, y me sorprendió que nunca dirigió su mirada hacia nosotros. Me desilusione, me hubiese gustado que se siguiera babeando con la cola de mi mujer. La conversación entre los comensales de nuestra mesa era bastante aburrida y no les prestaba mucha atención, tenía dando vuelta por mi cabeza la imagen de los ojos de viejo clavados en el culo de mi esposa. El episodio me excitaba y ya tenía una erección que por suerte al estar sentado podía ocultar. Mientras tanto Ana seguía de charla con una de las integrantes de la mesa sin siquiera sospechar mis pensamientos. Nuevamente se apagaron las luces y comenzó la música. - ¿Vamos?, me pidió Ana tomándome de una mano. - En un rato, le conteste. Era imposible pararme, antes tenía que bajar la tensión que había dentro de mi pantalón. - ¿Te molesta si la saco a bailar?, me consultó un compañero de mesa. - No, para nada, respondí. Todos salieron a bailar y me quede solo en la mesa, lo que me vino bien para cambiarme de silla y tener una vista más amplia de ...