Un año en España (II) - Relatos Eróticos

Un año en España (II)

... amargo del que había querido quejarme estos días pasados y lo he comentado. Luis se ha reído a carcajadas y Susana también.

Él me ha agarrado del brazo, tirando de mí hasta ponerme de pie en el suelo al lado de la cama. Ahí se han acabado las risas. Nuevamente me ha hecho daño al seguir apretando en mi brazo y arrastrarme hacia la puerta de la habitación.

Yo, únicamente con mi camiseta de dormir rosa, corta por encima del ombligo y con mis pechos pequeños marcando el pezón en su tela, y unos pantalones cortos negros, he tenido que bajar a su ritmo, casi cayendo por los peldaños de la escalera, mientras Susana me empujaba desde atrás para que acelerara el ritmo.

Me ha lanzado contra un sofá del salón y me ha dicho que me quitara la camiseta. Mientras tanto, ella estaba en la cocina y yo no podía verla. Por puro instinto de supervivencia he obedecido, no sin sentir un nudo en la garganta que me impedía casi respirar.

Cuando ha visto mi pecho al descubierto, su mirada ha cambiado y he sentido verdadero terror por primera vez en mi vida. Parecía un depredador al acecho de una presa que acaba de descubrir el objetivo con el cuál se va a divertir un buen rato antes de comérselo, solo que en mi caso, probablemente ese juego se alargara durante bastantes meses si no hacía nada para remediarlo.

Susana, entonces, ha regresado con un vaso de leche de los que siempre me han servido para desayunar y me lo ha dado. Me ha pedido que lo sujete con mi mano izquierda. He visto que estaba apenas a la mitad de su capacidad, y cuando he ido a empezar a beber, ella me ha golpeado en la cara con fuerza suficiente para hacerme derramar unas gotas del contenido sobre mis muslos desnudos. La he mirado con desconfianza y miedo, y me ha dicho que eso vendría después. Primero, tenía que descubrir qué llevaba varios días bebiendo sin saberlo.

Luis se ha quitado sus calzoncillos y ha revelado nuevamente delante de mí esa polla flácida y peluda que hace apenas dos días vi correrse sobre ese sujetador que aún no he vuelto a ver. Entonces, se ha acercado a mi y me ha dicho que la agarrase con la mano derecha y le hiciese una paja. Al principio no he entendido qué era eso. Pero entonces él mismo ha empezado a masturbarse, y me ha explicado que ese era su significado.

Me he resistido todo lo posible, pero dos nuevos golpes de Susana me han hecho ceder y rendirme ante lo inevitable. He comenzado a masturbar ese pene repugnante con mi mano derecha, sintiéndome asquerosa y despreciable, convertida en el juguete de dos viejos pervertidos.

Después de unos pocos minutos, Luis ha expulsado varios chorros de semen directamente a las paredes del vaso y dentro de la leche blanca que tenía en el recipiente de mi mano izquierda. Acto seguido, ha venido ella con más leche para completar la capacidad del vaso. Entonces, me han pedido que me lo bebiera delante de ellos.

Llorando y después de varios minutos de suplicar que no, he sido incapaz de resistir, mi mente ha ...