Lucia. Infidelidad necesaria. - Relatos Eróticos

Lucia. Infidelidad necesaria.

... fresquito o prefieres que empecemos a dar placer a este cuerpo que tengo ante mí?

Lucia dejo su bolso encima de la mesa, ligeramente y me dijo que aceptaba tomar algo, antes de hacer el movimiento de sentarse en el sofá, ya que la frene agarrando suavemente, pero con firmeza su brazo y dando a entender que viniera conmigo a la cocina para preparar eso tan fresquito, a su gusto, porque como no sabía nada de ella ni de sus gustos, pues es tontería ofrecer alguna bebida si no le gustaba. Me pregunto si se podía poner cómoda como yo le había dicho, y entonces le dije que sí, por lo que ella solita, se descalzo de sus deportivas que traía como calzado, y se quedó descalza, por lo que pude notar que su estatura estaría en el metro ochenta, para una mujer digamos que es algo alta, pero para mí estaba incluso bien, porque midiendo casi dos metros yo, pues se nota la verdad. Pero lo que me dejo sorprendido fue cuando se quitó su vestido, dejando caer dicha tela totalmente al suelo, y ver que debajo de dicha prenda, no tenía nada de nada de nada de nada (lo repito mucho, para que quede claro) de ropa interior. Estaba completamente desnuda. Ni un tanga. Ni una braguita, ni un sujetador, nada.

Juro que, aunque he visto a diario mujeres desnudas cuando les doy masajes, nunca he conocido a una persona que tras conocerla se me haya desnudado completamente y mientras lo hacía estaba sonriendo. Lo juro por mi sangre que sigue siendo roja. Nunca. Pero Lucia lo ha hecho siempre que nos hemos visto, como el primer día. Creo que en ese momento necesitaba saber la reacción de un hombre al ver su cuerpo desnudo, que por cierto ya dentro de mi casa, sin las luces de la calle pude notar que su pelo no era realmente rubio natural, sino que tenía mechas rubias, pero se le notaba que era castaña clara, aunque podría haber intuido que su color de pelo era el castaño por el poco pubis que tenía encima de su clítoris en ese momento, y digo poco, porque era como un camino de hormigas, haciendo como si fuera una línea fina, pero tampoco era el momento de saber exactamente si tenía vello púbico y de qué color era. Cuando una mujer se desnuda, lo primero que un hombre ve, si está enfrente de ella son sus tetas. Es una cosa tan natural como que yo me quedara con la boca abierta, estilo “cara de bobo” o “cara de alucinao”, pero en este caso incluso yo diría una típica frase muy popular en la zona en la que vivo que es “se me han caio las bragas al suelo” que en otro momento explicaré.

Al ver todo su cuerpo delante de mí, desnudo, pues yo no me corte ni un pelo y me quite la camiseta y el pantalón corto deportivo, lo que hizo que mi pene saliera como resorte, no mucho, aún no estaba empalmado del todo, pero si ofrecía una vista para ella que solo pudo decirme:

— Veo que alguien más se alegra de verme desnuda y eso me gusta mucho en un hombre.

Y estando los dos desnudos, nos fuimos para la cocina, yo delante de ella, para guiarla y así prepararnos algo de beber ...