1. Descenso


    Fecha: 18/05/2019, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... estocada – Y qué más?
    
    - Quiero que me la metas…
    
    Acaricié su suvae culo, viéndome ganador al fin. Sumisa como estaba ella, me daba carta blanca para mi verdadero deseo. Mi dedo índice viajó hasta su arrugado anillo, acariciándolo suavemente mientras mi pene seguía rozándose con su humeda raja.
    
    - Oye, no… Métemela, vamos. No juegues así, nene...
    
    - Creo que quiero hacerlo por aquí esta noche
    
    - No, vamos…
    
    Estefania tomó mi falo con su mano y lo metió en su concha. La dejé hacerme. No importaba, al final y al cabo cumpliría mi cometido de cualquier manera. Ensalivé mi dedo índice nuevamente y lo llevé hacia su ano, tratando de introducirlo. La puta solo atinaba a fruncirlo mientras seguía con su movimiento.
    
    - Oye, déjate. Yo se que te va a gustar. A las putas como tu les gusta por el culo.
    
    Su movimiento se detuvo inesperadamente. Volteó la cabeza y, con una mirada sumamente subordinada, asintió. Sin embargo…
    
    - Está bien. Pero no serás el primero.
    
    Era una batalla y ese era un golpe muy fuerte. No pensaba que ella hubiese entregado el culo a nadie cuando a mi no me lo había dado en los tres años que estuvimos juntos.
    
    - Puta…
    
    - A tus órdenes.
    
    Dejé caer un reguero de saliva en su ano, para luego presionarlo nuevamente con mi dedo. Mi dedo ingresó más fácilmente, aunque sintiendo aún la presión de su pequeña cueva. Lo detuve un momento, esperando que se acomodase su culito al invasor.
    
    - Muévelo. No eres el primero que me prepara para esto.
    
    Estaba sucumbiendo. Su cuerpo no era más que un juguete y yo era el niño que estaba embobado con el. No iba a permitir eso. No.
    
    Esparcí un poco de saliva sobre mi pene y, sin pensarlo, se la metí por el culo. Un ahhh fuertísimo salió de la boca de la perra, mientras yo empezaba a sacarla para iniciar un nuevo movimiento. Era una sensación indescriptible. Su ano apretadísimo ajustaba mi miembro, que latía erguido de placer. No se comparaba en nada a su conchita, era casi como volver a desflorarla. Cada embestida hacía más fácil el ingreso, pero no por ello disminuí mi fuerza. Quería destruirla a punta de sexo, hacerla sentir que yo era su amo y ella era la esclava. Pero esto era demasiado.
    
    - Te gusta por el culo, no puta?
    
    - Ahhh, mi culito…
    
    - Dime que te gusta
    
    - Ahhh… Sí, nene… Ahhh. Dame más…
    
    No podía seguir así. Las paredes apretaban cada vez más mi herramienta, haciendo que no pudiese contenerme por más tiempo. Di una embestida más en la que se la clavé hasta la base de mi pija, liberando toda mi leche en su culo mientras ella pegaba un alarido. Una, dos, tres, cuatro y no se cuantas más corridas de lefa caliente yacían ahora en el fondo de su cueva, dejando a mi pene y a mi cuerpo exhaustos. Su ano dilatado era mi trofeo y el recuerdo de que su culo al fin había sido mío.
    
    Tomé aire un segundo para luego subirme el pantalón e irme del baño. Estefania me veía extrañada mientras se quitaba la ropa y se decidía a ducharse.
    
    - A donde vas? No quieres que ...
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