1. Descenso


    Fecha: 18/05/2019, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sino que ahora ella era la perra. Podía aprovecharme de aquello, pero luego tendría que lidiar con los problemas que…
    
    - Está bien… Pero solo hablaremos, sí?
    
    Estefania asintió.
    
    Bajamos del taxi y le di un billete de diez al tio, quien sonreía de oreja a oreja al verme. Castígala, me dijo, antes de arrancar el motor. Entré a su casa tras ella. 1 año antes había salido de esa casa con el corazón roto y ahora volvía buscando rompérselo a ella. Era algo impropio de mí, pero algo que siempre había querido hacer al fin y al cabo. Y todo seguía igual en esa casa. Los mismos muebles, la misma tele, los mismos cuadros, el mismo orden. Algunos recuerdos empezaban a flotar en mi cabeza, pero los desechaba a medida que aparecían. No importaban. Me senté y la miré fijamente, mirada que fue correspondida con la de ella.
    
    - Nada ha cambiado por aquí – dije
    
    - Sí. Todo sigue igual.
    
    Se quitó los tacos, dejándome ver sus bellos pies. Descalza, libre, se acercó a mi y tomó mi mano.
    
    - Ven, vamos arriba, nene. Te necesito
    
    - No – el juego recién empezaba – Te dije que hablaríamos.
    
    - Mira, no pienses que hago esto por que me haya tomado unas copas, no es eso… Te he extrañado mucho – cerró sus ojos un instante ante mi mirada inquisidora y prosiguió – se que tú todavía me quieres.
    
    No vacilé ni un instante.
    
    - No, yo ya no te quiero.
    
    Mis duras palabras hicieron efecto en ella. Miraba atento como su rostro se rompía en un mar de lágrimas, como se llevaba las manos a la cara, tratando de ocultar su llanto culposo.
    
    - No… - las palabras se confundían en su boca – no… Tú me quieres.
    
    - No, Estefania. Te amé, te amé como no sabes cuanto, pero todo eso murió – Me sorprendió lo frio que estaba siendo con ella. Tiempo atrás hubiera decidido escapar antes de decir semejantes cosas – Murió por tu culpa.
    
    Estefania pegó un quejido, como si se estuviese destruyendo.
    
    - Lo sé… Lo sé… Yo tiré todo al tacho…
    
    - Pues entonces no me pidas nada. Me voy. – Voltee y me dirigí a la puerta. Sin embargo, sus dos manos tomaron una de las mías. Sonreí sin que ella lo notase.
    
    - No! – gritó ella – Yo te necesito. No sabes por lo que he estado pasando – no podía interesarme menos – No sabes todo lo que ha sucedido. Lo único que puedo decirte es que te necesito ahora conmigo, Manu. Te necesito esta noche conmigo. Te necesito para siempre conmigo…
    
    Sus manos volvieron a juntarse, pero esta vez alrededor de mi cuerpo estático. Sollozaba con su mejilla apoyada en mi espalda, mientras sus manos iban recorriendo mi torax. Su entrega me parecía real, algo que me había sido esquivo durante los últimos meses de nuestra relación.
    
    - Hazme tuya, amor. Soy tuya esta noche. Soy tuya siempre…
    
    Voltee y vi sus ojos inyectados de sangre, aquellos ojos frágiles de los que hacía algún tiempo me había enamorado y que ahora solo me producían lástima. Limpié sus lágrimas con mis manos y la tomé del rostro, acercándola hacia mi para besarla.
    
    - Ya no llores.
    
    La besé ...
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