Paola y Emma 12 - Relatos Eróticos

Paola y Emma 12

... aseada, Paola fue llevada a un cuarto vestidor donde pudo observar modelos varios de ropa de mujer y muchos zapatos, todos bien ordenados y acomodados, el hombre le seleccionó solo ropa y la vistió, Paola simplemente dejaba al hombre hacer. En cuanto él terminó de vestirla, la llevó a una habitación que rompía con la estética del resto de su casa, estaba alfombrada, los colores que la iluminaban eran variados, pero no había nada gris ni plateado, también había una pequeña cama, un buró y algunos espejos. El hombre llevó a Paola hasta una silla, la dejó por unos instantes sola en la habitación. Cuando volvió llevaba un jacuzzi para pies, lo dejó, volvió a salir y volvió con agua y varias botellas; jabones, lociones, limas y otros aditamentos.

—No creo que eso sea necesario, yo pienso que…

—¡Sí, es necesario! —Dijo el hombre enérgicamente.

Paola, al notar el posible disgusto del hombre, actuó rápido para impedirlo.

—Discúlpeme, es solo que esto es nuevo para mí, aunque parece agradable.

—Discúlpame tu cielo, no quise reaccionar así, es solo que muy pocas personas entienden sobre el cuidado de los pies.

—Si me dijera lo que va a hacer, creo que me relajaría un poco.

—Lavaré muy bien tus pies, los acicalaré, ya verás, te quedarán muy lindos, y luego… —El hombre se quedó callado e inmóvil.

Paola recordó la oficina del hombre mayor, ahora los dos cuadros que parecían fuera de lugar tenían sentido, en el de la playa; el sol y la misma playa eran un distractor, los pies de las personas eran la clave y del cuadro de líneas la figura curva era la proyección abstracta del pie, tobillo y pantorrilla.

—Cuando lleguemos a ese punto ya me dirá que sigue, con esto tengo por el momento. —Dijo Paola de manera comprensiva.

—Mi cielo. —Fue lo único que dijo alegremente el hombre y cayó de rodillas frente a los pies de Paola.

Cuando el hombre se recuperó un poco, tomó con cuidado cada uno de los pies de Paola y los sumergió en el jacuzzi que contenía agua, la temperatura era perfecta. El hombre observó remojar los pies de Paola por largo rato, hasta que lo consideró oportuno, se arremangó la camisa y tomó un pie de Paola, lo secó y lo puso en un banquito, tomó la lima y la pasó por cada una de las uñas de Paola, la acción era simbólica, pues la lima no raspaba demasiado, pero el sonido y sentir la fricción entre la uña y la lima excitaba al hombre, cuando terminó humectó bien el pie de Paola, pasando y esparciendo crema varias veces por y entre los dedos, tomándolos y girando su mano para cubrir la totalidad del pie de Paola. El arco y talón recibieron el mismo tratamiento, el trabajo minucioso del hombre hacía que su cara estuviera a poca distancia de los pies de Paola. El hombre hizo el mismo tratamiento al otro pie. Cuando terminó de embellecer los pies de Paola, el hombre la tomó de la mano para que también se levantara y la hizo caminar por la habitación.

—Mi cielo, descríbeme lo que sienten tus pies mientras caminamos.

—La ...