Paola y Emma 12 - Relatos Eróticos

Paola y Emma 12

... que se trataba de la profesora. Un poco confundida, Paola dejó la oficina del hombre mayor y volvió al auto de la profesora, le comunicó el plan para el día siguiente, la profesora respiró aliviada y le dijo que si salían exitosas buscaría como compensárselo. Paola iba a negarse, pero aceptó para no levantar sospechas de que sabía lo que no debía recordar del día anterior.

Al día siguiente, Paola recibió un mensaje de la profesora, le anunciaba que no podía pasar por ella y que la vería en la casa del presidente del consejo. Cuando Paola llegó a la casa del hombre, ante la ausencia de la profesora decidió llamar a su móvil

—Hola perrita —Contestó Emma con voz un poco aguda.

—Ama, —la reconoció Paola—, disculpe, creo que…

—¿Esperabas hablar con la profesora?

—Sí. —Paola escuchaba algunos murmullos lejanos, alcanzó a distinguir un gemido.

—Eso no se podrá, en estos momentos la cabeza hueca de la profesora está en su frenesí.

—¿En frenesí?.

—Está experimentando lo mismo que tú, la primera vez que no te querías alimentar, su maldición la está consumiendo.

—Entiendo, espero que pronto se restablezca. —Ahora eran más claros los gemidos de la profesora.

—En un par de horas tal vez estará bien.

Paola se despidió con respeto de Emma y colgó. Sabiendo que tendría que actuar sola llamó a la puerta. El hombre mayor abrió la puerta, y la invitó a entrar, pidiéndole que se quitara los zapatos, la casa era grande, espaciosa, limpia, y al igual que la oficina muy arreglada y combinada, Paola notó que no había más personas excepto el hombre mayor que preguntó por su acompañante.

—La profesora tuvo un incidente y no pudo llegar.

—Lástima. —Dijo el hombre mayor haciendo que la palabra retumbara por toda la casa con tono de decepción, luego añadió—. Deja tu móvil aquí.

El hombre abrió un cajón y cuando Paola dejó su móvil, él cerró el cajón con llave.

—Podrás usarlo cuando quieras, solo que no deseo que grabes o tomes fotos que me puedan afectar.

—Entiendo. —dijo Paola comenzando a seducir al hombre para que aun con la ausencia de la profesora tuviera un buen rato.

El hombre se dejó besar por un rato, pero Paola volvió a sentir que su maldición de nueva cuenta no volvía a tener el efecto esperado.

—Le parece si llevamos esto un poco más lejos, me dejaré hacer lo que quiera, puede tenerme de la forma que quiera.

—Lo que dices me agrada, antes hay que asearte.

Paola pensó que el hombre era un fanático de la limpieza, la oficina y su casa lo demostraban, por qué sería diferente con sus relaciones.

—Seguro, dónde está el baño, lo usaré y estaré lista para usted en un instante.

—No, yo te limpiaré.

—Ok. —Dijo una no muy convencida Paola.

Paola fue dirigida y desvestida con destreza. El hombre apenas y notó los piercings en sus pezones, Paola se dejó desnudar por el hombre, solo le pidió conservar su gargantilla, también notó que el hombre no miraba demasiado su entrepierna o su culo. Después de ser ...