1. Le pedí que me volviera a follar


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    El final del verano había llegado, mis piernas le rodeaban el cuerpo mientras que su pene penetraba con fuerza en mi vagina, mi cuerpo se movía debajo de él al son de sus empujones metiéndomela una y otra vez, rodeándole con mis manos la espalda, arañándosela cuando mi orgasmo empezaba asomar, su pene fundiéndose dentro de mi vagina navegando por un mar de placer entrando y saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar en cada penetración, me miraba, me besaba, acariciaba mis pechos disfrutando de ellos, su pene envuelto en mis flujos deseando explotar, expulsando por fin su semen en mi interior.
    
    -Un poco más, un poco más, así, así… ¡aaahh! siii, así, fóllame Juan ¡aaahhh! fóllame asii, máass.
    
    Acababa de tener otro orgasmo, uno más con él.
    
    Su semen empezaba a recorrer mi cuerpo saliendo de mi vagina, tumbada boca abajo con la sonrisa en los labios entrelazando las piernas mientras las meneaba con las rodillas flexionadas hacia arriba, desnuda, miraba por la ventana con la mirada perdida en aquel mar azul, estaba feliz, pero a la vez la sombra de la tristeza acechaba aquella habitación, en la última planta de aquella torre de apartamentos no se oía más que el murmullo del agua de la ducha correr, dentro estaba él, Juan se duchaba después de haber tenido un despertar apasionado, quizás el último despertar junto a mí, no hacia ni cinco minutos me había estado follando como tantas aquellas veces ese verano.
    
    Nunca pensé que un hombre 25 años mayor que yo me daría tanto placer, tanto que realmente mis primeros orgasmos los tuve con Juan, de hecho nunca supe realmente lo que era un orgasmo hasta que no estuve con él y ahora que verano llegaba a su fin, en aquel apartamento que tanto había visto, días enteros follando, noches apasionadas amándonos, ese día nos teníamos que separar, el verano tocaba a su fin y tocaba volver a la rutina, pero hasta cuándo.
    
    Aquella historia comenzó a primeros de julio, cuando fui a pasar el verano a casa de mis abuelos, allí siempre podía descansar, relajarme y olvidarme del ruido, ya que necesitaba preparar mi tesis, por las mañanas solía ir a la playa, las tardes y noches eran para el estudio.
    
    Fue entonces cuando me fije en él, todas las mañanas a primera hora tendía mi toalla, clavaba la sombrilla en la ardiente arena, me daba crema por el cuerpo y me tumbaba a tomar el sol, en unos metros más atrás sin faltar ni un solo día, siempre a la misma hora plantaba la sombrilla, colocaba su silla, una nevera con cervezas, varios periódicos, un libro y se tiraba toda la mañana cobijado bajo la sombra de la sombrilla con sus gafas de sol, metiéndose en el agua y refrescándose de vez en cuando.
    
    Era un hombre de unos 50 años, pelo castaño con bastantes canas, muy guapo, buen cuerpo para su edad, ojos azules, barba corta bien arreglada, alto, músculos bien definidos, sus pectorales, dorsales y abdominales parecían dibujados con pincel y prácticamente sin pelo en el pecho, era uno de esos hombres que te invitan a ...
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