1. Mi macho viejuno


    Fecha: 17/09/2020, Categorías: Fetichismo Autor: Snaporaz, Fuente: TodoRelatos

    Hola, me llamo Inma, soy una señora casada, casi cincuentona, de tetas grandes y aún vistosas, barriguita contenida, caderas anchas y culo majestuoso. Mi marido, Carlos, anda por los 54, y nuestra vida sexual es un poco monótona, en parte por los años en común, otro poco por el trasto de mi hijo veinteañero, que siempre está por medio cuando nos apetece follar a rienda suelta, y otro poco porque unas veces o no tengo yo ganas o es Carlos el que ha dejado de tener ganas de esperar a mis ganas.
    
    El caso es que ya llevábamos más de dos semanas sin follar, y la última vez fue todo muy "canónico": unos escarceos de precalentamiento, todo muy contenido para que mi hijo no nos escuchase follar, y mi marido se puso encima de misionero y me penetró a ritmo de locomotora de vapor a medio gas, ni siquiera me corrí, todo por mor de que el dichoso niño no escuchase a su madre gemir de gusto, en fin...
    
    El caso es que esa mañana me había levantado revoltosa, llevaba toda la mañana con los pezones tan erectos que me hacían daño al rozar con la blusa. Las bragas de abuela que uso para estar por casa tuve que cambiármelas antes de que llegasen mis chicos para almorzar, pues las había dejado empapadas con el dedito que me hice en el sofá viendo a un guaperas en la tele, el cual debía tener tanto rabo como poco cerebro. Lo penoso del caso es que la paja sólo me había llevado a un mini orgasmo que sólo me dejó aún más caliente y con ganas de que mi marido me empotrase a base de bien, aunque con el trasto de mi hijo mal plan se me planteaba.
    
    Me puse el conjunto de lencería más sugerente que tenía, disimulé camuflándolo bajo un chándal y recibí a mis chicos para almorzar juntos. La buena noticia es que mi hijo tenía tarde de estudio en grupo en la biblioteca, no sé para qué, porque fue oír eso y me puse en plan tigresa en celo, sólo veía el momento de que cogiera la puerta para empalarme en el rabo de mi esposo, que ante mis sugerentes miradas aprovechó la primera ocasión que tuvimos para quedarnos solos recogiendo en la cocina para susurrarme al oído, mientras me manoseaba el culazo:
    
    - Oye, vas a dar cuca?
    
    (Nos encanta y nos parece divertidísimo parafrasear el lenguaje sexual tan rico y ocurrente que utilizan nuestros hermanos hispanoamericanos, es mucho más desenfadado y atrevido que el nuestro).
    
    - Claro que sí, hoy tengo muchas ganas de sacarle toda la lechecita al tigre, de dar cuca y mamar verga.
    
    Vete para el dormitorio a dormir la siesta, que en cuanto se vaya tu hijo voy a buscarte, tengo ganas de pinga.
    
    Como no podía ser menos, el zascandil de mi hijo estuvo demorándose como media hora, hasta que por fin cogió la mochila y se marchó a estudiar o a lo que fuera, lo que aproveché para asegurar el pestillo y que no pudiera sorprendernos si regresaba de imprevisto, caminando por el pasillo mientras me despojaba del chándal y me quedaba en ropa interior. La verdad es que el conjunto se me había quedado un poco pequeño, las tetas casi ...
«1234...»