1. Clases de natación (parte 5)


    Fecha: 02/09/2020, Categorías: Dominación / BDSM Fetichismo Gays Autor: Anonimo, Fuente: SexoSinTabues30

    Después de lo ocurrido en las duchas de la piscina climatizada (que podéis leer en las 4 partes anteriores a ésta), tenía miedo de volver a quedarme a solas con Héctor. Me había ordenado que me preparase, como si pretendiera hacer conmigo algo aún más bestia. Y no me creía capaz de soportar otra de sus embestidas en mi garganta, y si pretendía hacer lo mismo en otra parte de mi cuerpo, quizá me convenía cambiarme rápido y salir con el resto de nuestros compañeros.
    
    Pese a mis dudas y a esa voz en mi cabecita que me pedía huir de Héctor y ni siquiera intercambiar palabras con él durante las clases, una parte de mí me pedía obedecer. Cada mañana me despertaba con una erección muy superior a las que había tenido hasta nuestros encuentros en las duchas. Y mientras me masturbaba, no podía evitar pensar en él, no tanto en su cuerpo como en las cosas que me hacía, y en la sensación de su polla entrando por mi boca. En el momento en que imaginaba que mi amigo se corría y su leche me caía sobre la cara o, como en nuestra última vez, por mi garganta, se me escapaba un gemido de placer y un potente chorro me llegaba hasta la barbilla.
    
    Al deseo de ser utilizado se le sumaba la curiosidad que sentía por el sexo. Para mí lo ideal, al menos hasta entonces, habría sido hacerlo con una mujer, pero había disfrutado demasiado con Héctor como para rechazar una oportunidad única. Pronto se acabarían las clases de natación y no sería fácil encontrar situaciones como aquellas. Si quería experimentar el sexo con otro hombre, tenía que aceptar sus las condiciones que imponía y jugar bajo sus reglas.
    
    No hacía falta que me las dijera. Empezaba a conocer a Héctor. Teníamos que quedarnos a solas, fingir normalidad, no hablar del tema antes ni después, no hacer preguntas y generar la ocasión. Además, yo debía estar dispuesto a soportar cada uno de sus caprichos. Una vez que comenzase, no pararía hasta quedar satisfecho, sin importar que yo me ahogara con su miembro en la boca. Para él, yo era un perro sumiso, y como tal debía comportarme si no quería perderlo.
    
    En cierto modo, quería perderlo. Y si pensaba en la posibilidad de que tuviera en mente algo más allá de follarme la boca, el temor se apoderaba de mí y mi imaginación se disparaba en busca de excusas para saltarme la clase. Llegó hasta el punto que la noche de antes creí que enfermaba. Terminé prometiéndome a mí mismo que sería de los primeros en cambiarme y marcharme. Solo así conseguí conciliar el sueño.
    
    Pero como por la mañana quien mandaba en mí era mi entrepierna, la conciencia y el temor se apagaron. La libido me ordenó detener el agitar de mi mano derecha y aguantar las ganas para unas horas más tarde. Héctor me había pedido que me prepararse y eso solo podía significar algo bueno, aunque mi otra mitad dijera lo contrario.
    
    Terminada la clase de natación, regresamos al vestuario y me invadió la zozobra de quien no sabe si va a ser recompensado o castigado por sus actos. Los míos no fueron otros ...
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