1. Incesto irremediable


    Fecha: 30/04/2019, Categorías: Incesto Autor: Quique, Fuente: TodoRelatos

    Mi nombre es lo de menos, pero cómo debo ponerme uno diré que me llamo Luisa. Ahora tengo sesenta y seis años y aún estoy de buen ver, pero hubo un tiempo en que levantaba pasiones, pues era una mujer espigada, morena, de ojos negros y grandes, cabello negro y muy largo. Mis tetas eran demasiado grandes para mi flaco cuerpo y tenía un culo redondo y respingón. Las tetas y el culo los escondía bajo vestidos holgados, después de quedar viuda, porque tenía un hijo que criar y no quería moscones a mi alrededor.
    
    Nueve años después de morir mi marido, nuestro hijo se había hecho adulto. Era un primor de chico. Ayudaba en las tareas de la casa, o sea, cocinaba, planchaba, barría, fregaba, y además ayudaba a la economía familiar trabajando de mozo en un almacén, lo malo que tenía era que estaba en esa edad en que las hormonas andan revolucionadas. No me di cuenta de que me quería cómo mujer hasta que lo pillé infraganti.
    
    Todo comenzó una calurosa noche de verano. Había cerrado la puerta de mi habitación. Me había desnudado, me había puesto una enagua y luego me echara a dormir con la lámpara de mi mesilla encendida porque sufro de nictofobia. A las dos y algo de la madrugada, me desperté, entreabrí los ojos y vi a mi hijo levantando mi enagua, mirando para mi coño y masturbándose. Tenía una polla normalita y le daba con ganas. La verdad es que no supe qué hacer, pero tampoco me dio tiempo a pensar en nada, ya que de su garganta salió un gemido y de su polla salió el semen de una corrida. Luego de correrse se fue cerrando la puerta detrás de él.
    
    Después de lo que había visto no podía dormir. Tenía que ir a su habitación y hablarle, era su madre y mi hijo estaba confundido, bueno, yo también estaba confundida, pues tenía más ganas de masturbarme que de hablar con él, pero lo primero era lo primero. Fui a su habitación y lo encontré con la polla en la mano. Al verme se sobresaltó y se tapó con una sábana. Muy seria, porque mi voz es muy dulce y no impone autoridad, le dije:
    
    -Has estado en mi habitación. ¿A qué sí?
    
    Bajó la cabeza y me mintió.
    
    -No.
    
    -No mientas. ¿Te has masturbado mirándome?
    
    -No.
    
    -¿Y el esperma que había en el piso de quién era? No me dirás que era del vecino.
    
    Sin levantar la cabeza, me respondió:
    
    -Estaba muy necesitado.
    
    -Seguro que no fue la primera vez que entraste en mi habitación y te masturbaste.
    
    -Yo...
    
    -¿Tú, qué?
    
    -No, no era la primera vez, mamá. La primera vez fue cuando comenzó la ola de calor y...
    
    -Y no quiero que me cuentes más. Sabes de sobras que no debes tener esos deseos hacia mí, soy tu madre.
    
    -Pero...
    
    -No hay pero que valga. Soy tu madre.
    
    Levantó la cabeza para decir:
    
    -Una madre preciosa.
    
    -No me adules.
    
    -No te adulo, eres una madre a la que no le hace falta pintarse ni poner ropas bonitas para destacar, tu belleza viene de fábrica.
    
    Me arrancó una sonrisa.
    
    -De fábrica vienes tú, pero vienes con una avería hormonal.
    
    -Debe ser eso.
    
    Me senté a su lado en ...
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