1. La cuñada del narco, viuda y caliente


    Fecha: 29/04/2019, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... una corbata colombiana, pero también sirve para cortar huevos.
    
    Isidora se levantó, cogió la navaja de afeitar y fue junto al narco. Otro sirviente hizo que se levantara y le bajó los pantalones. Isidora vio su polla, polla que le colgaba y que era cómo una salchicha de Frankfurt. La agarró, le puso el filo de la navaja en los huevos y el narco se fue por la pata abajo. No sé qué comiera, pero allí olía a mierda que apestaba. Isidora le soltó la polla y le dijo a su cuñado:
    
    -No es más que un cobarde.
    
    -Un cobarde que mandó quitarle la vida a tu marido.
    
    Isidora le dio la navaja de vuelta a su cuñado.
    
    -Sí, pero no soy cómo él. Yo no puedo ni quiero ver morir a nadie, y menos desangrado. Me retiro.
    
    Antes de irse, y cómo si nada hubiese pasado, Fidel le preguntó:
    
    -¿Te gustó el regalo de ayer noche?
    
    Isidora se hizo la tonta.
    
    -¿Qué regalo?
    
    Fidel, que era un cuarentón, de estatura mediaba, flaco y con un bigote a lo Pancho Villa, le respondió:
    
    -Da igual. ¿Te gustan el caviar y el champán?
    
    Isidora, mirando cómo llevaban al futuro fiambre entre los dos hombres, le dijo:
    
    -¿Estuviste investigando mis gustos?
    
    -Siempre es bueno estar informado.
    
    De lo que se había informado Fidel era de que su cuñada tenía novia, eso no la molestara, otro gallo cantaría si fuera un novio. Isidora le dijo:
    
    -Ya veo, ya, buenas noches.
    
    -Buenas noches, Isidora.
    
    Isidora, al llegar a sus aposentos se metió en la ducha. Al enjabonar el coño vio que lo tenía muy mojado, se había excitado el tener la polla en una mano, la navaja en a otra y al ver cómo el hombre se fuera por la pata abajo... Después de enjabonar las tetas y de magrearlas iba a masturbarse, de hecho ya dos dedos de una mano apretaban un pezón y otros dos dedos entraran en su coño, pero se detuvo al oír ruidos en su habitación. Salió de la ducha, se secó y cubierta con un albornoz rojo volvió a la habitación. Allí estaba una chica alta, muy morena, casi negra, poniendo un jarrón de flores sobre una cómoda. Isidora le preguntó:
    
    -¿Quién eres?
    
    La chica, con acento mexicano, le respondió:
    
    -Su doncella particular, señora.
    
    La doncella desprendía aroma a anises.
    
    -Tu perfume se me hace muy conocido.
    
    -Se usa mucho por acá, señora.
    
    La doncella recogió la ropa de Isidora, fue al aseo y la metió en el cesto de la ropa sucia. Al regresar, le preguntó:
    
    -¿Eres la de ayer noche?
    
    -Soy, pero no se enfade, cumplía órdenes, señora.
    
    En los labios de Isidora se dibujó una sonrisa mientras le decía:
    
    -No podría enfadarme, eres muy tierna en la cama. Cuando estemos en la intimidad, tutéame.
    
    -La tutearé, señora. ¿Esta noche desea algo especial?
    
    -¿Cómo qué?
    
    -Cómo cocaína o marihuana.
    
    -¿Esas también son cosas de mi cuñado?
    
    -Sí, señora, yo soy una mandada.
    
    -Pues sorpréndeme.
    
    La doncella sacó del bolsillo una caja y quitó de ella dos cigarrillos. Los encendió y le dio uno. Se sentaron a fumar en el borde de la cama. Isidora le preguntó:
    
    -¿Cómo ...
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