1. Chica menstruante I


    Fecha: 21/07/2020, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dura y asquerosa. Pero, por otro lado, tenía miedo precisamente por eso, por la juventud de la chica, por el posible engaño y por las dudas de una cita a ciegas.
    
    Nerea, que así me dijo que se llamaba, llevaría un vestido azul de verano, con tirantes. Así que cuando, casi diez minutos después de la hora, vi aparecer por el extremo de la calle a una chica con un vestido azul, mi corazón empezó a latir de tal manera que parecía que iba a estallar.
    
    Cuando se acercó a mí y se presentó, todas mis dudas se disiparon. No podía creer lo que tenía delante de mis ojos. Nerea era una chica joven, alta, de más o menos 1’70 y un cuerpo precioso. No era ni gorda ni delgada, tenía unas bonitas caderas y unos muslos que se adivinaban duros y suaves a la vez. Sus ojos eran verdes y su pelo, moreno y liso, caía libre sobre sus hombros. El escote del vestido permitía ver unas tetas no demasiado grandes que brillaban con el sudor que desprendía su cuerpo. Y, además, me sonreía.
    
    Ver esa belleza de chica, saber que era real, intuir el cuerpo que había debajo de esa ropa, imaginar el coño húmedo y sangriento …, todo ello hizo que me empalmara sin necesidad de más.
    
    Subimos a casa y, nada más entrar, me preguntó dónde estaba el dormitorio. Yo había colocado encima de la cama unas cuantas toallas de baño, previendo lo que podría pasar en la situación en la que estábamos. Nerea lo vio y sonrió.
    
    Y en ese momento se acercó a mí y, sin decir una palabra más, me agarró la cabeza para atraerla hacia ella y empezar a besarme como no lo había hecho nadie en muchos años. Sus labios besaban los míos con rapidez, mientras sacaba su lengua y me la pasaba por toda la cara. Yo abrí la boca y empecé a comerle la suya. Nuestras lenguas se juntaban y nos pasábamos la saliva que iba apareciendo. Utilicé mis dientes para morderle su lengua, luego la atrapaba con mis labios y la succionaba, mientras Nerea daba gemiditos de placer y de dolor. Estábamos abrazados y nuestros cuerpos estaban muy pegados. Notaba sus tetas en mi pecho, y notaba cómo mi polla cada vez crecía más. Me arrimé a ella para que la notara cerca de su coño mientras mis manos agarraban ese culo tan duro, esas nalgas firmes, de una chica tan joven como ella.
    
    Se echó a un lado y, en un momento, se desprendió del vestido que llevaba. Otra vez me quedé impresionado al verla de nuevo, ahora ya sólo con su ropa interior. Llevaba un sujetador blanco, sin tirantes, que resaltaba perfectamente la forma de sus pechos, y unas bragas azules, muy ajustadas, que se pegaban a su coño de una manera excesivamente morbosa.
    
    Mientras tanto, yo también me había ido desnudando intentando no caerme, quedándome en unos bóxers en los que también se notaba la dureza de mi polla.
    
    Nerea se quitó el sujetador y lo dejó caer al suelo. ¡Dios! Esas tetas tan redondas, tan perfectas, con unos pezones marrones que se veían erectos, dentro de una areola no demasiado grande.
    
    No necesitaba más invitaciones. La tumbé encima de la cama ...
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