1. Veinte años yo, él, veinte años más


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    ... así como yo apretaba al bajar mis caderas su pene haciéndome gemir de placer, empujando con mis manos apoyadas en el techo hacia abajo, la música antes histriónica de la discoteca se convirtió en música celestial en mis oídos con mis gemidos con los suyos, el movimiento de nuestros cuerpos era ahora el que hacía bailar el coche de un lado a otro como si tuviera vida propia, en esos momentos de placer, un placer al que todavía nunca nadie me había acompañado empezó a sonar el móvil, justo cuando los dos primero yo y después él, explotábamos en sendos orgasmos.
    
    Orgasmo, una palabra que aún no había estado en mi diccionario hasta ese día, ese día lo solté todo, ese día Julián. 20 años mayor que yo me hizo ver las estrellas ocultas hasta ahora para mí, ocultas por chicos de mi edad con poca experiencia o quizás ansiosos de llegar ellos solos a cruzar la meta, ese día supe que había más formas de follar, más formas de placer y eso que solo era el principio.
    
    El teléfono volvió a sonar mientras recobraba el aliento, era Sofía, que al oírme jadear, recobrando la respiración me dijo que ellas ya se iban al apartamento y al colgar Julián solo oyó “no, no me esperéis”, una vez vestidos salíamos de aquel parking sucio y polvoriento hacia ninguna dirección realmente, Julián me preguntó que si me había gustado, que él realmente había disfrutado follándome a lo que yo sin saber que decir en ese momento asentí dulcemente mirándole a los ojos, me preguntaba si me dejaba en casa o donde mis amigas a lo que de momento no tuve respuesta, hasta que rompiendo nuestro acuerdo de chicas por segunda vez esa noche me atreví a decirle “no, a tu casa mejor” sin saber si había esposa, madre o hijos con él de vacaciones y a lo que él me contesto después de largo rato sin hablarnos pensando yo que no iba a ser posible, “segura Lara, estás segura de venir a mi casa”.
    
    Mi respuesta no se hizo esperar y como antes mi respuesta no salió de mi boca, bueno en parte si, porque aprovechando un semáforo me agaché y abriéndole la bragueta del pantalón le saqué la polla y me la empecé a lamer sin que él pusiera oposición, sin parar hasta nuestro destino y sin bajarnos del coche hasta que no terminé, no paré de chupar, de succionar, de morderle con mis labios su pene, dulce como la miel, duro como el acero hasta que no le oí gemir de placer y sentí como llenaba esta vez de su leche mi boca.
    
    La puerta del ascensor se abrió en la última planta de aquel edificio, tan solo dos puertas en el rellano y una era por la que íbamos a entrar, las vistas a pesar de la oscura noche eran impresionantes, no podía dejar de mirar por el ventanal del salón cuando sentí que me llamaba desde la cocina y al acercarme me ponía en la mano una cerveza bien fría, “Y bien Lara, te gusta mi casa”, “siéntate como en la tuya, ponte cómoda y no tengas miedo”, es cierto, estaba un poco nerviosa, nunca había hecho eso, nunca me había ido con un desconocido a su casa, no sin que mis amigas supieran donde ...
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