1. Veinte años yo, él, veinte años más


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    ... miraban y que no se perdían ni un solo movimiento de nuestros cuerpos, de giros de cabeza soltando las melenas al viento, el anzuelo estaba echado y solo faltaba que picaran el anzuelo.
    
    No habían pasado ni unos minutos cuando ya teníamos a nuestro alrededor a varios candidatos cada cual más guapo, cada cual más cachas y como en un cortejo cada uno de ellos revoloteó sobre nosotras mostrando todo sus atributos, espaldas anchas, músculos bien perfilados de gimnasio, morenos por el sol de la playa, sonrisas blancas, bailes provocativos, en fin todo lo que los machos alfas intentan demostrar a las hembras que cortejan, pero curiosamente a mí aquello no me llamó la atención no así a las chicas que enseguida se decidieron por sus sementales para que las cubrieran esa noche y quien sabe si al día siguiente, lo que si teníamos claro que en un apartamento de dos camas, allí no entrábamos todas así que las dos primeras que llegaran tendrían su noche feliz y las otras dos nos tendríamos que conformar con hacerlo en un coche y más tarde dormir en el sofá porque de ninguna manera nos separaríamos y lo de una orgía no se nos había pasado por la cabeza, de momento todavía claro está, quizás en otro relato.
    
    Ya fuera lo que fuera aquella noche no estaba dispuesta a soportar las tonterías de estos machos que solo estaban dispuestos a cubrir a la hembra posiblemente solo con la intención de su propio disfrute y no de ambos, así que me aparté del grupo y en la barra pidiendo un gin tonic, escuché por detrás las típicas palabras de “esta noche estás realmente guapa” “no bailas”, típicas palabras de cuando no tienes nada más interesante que ofrecer, pero resultó que me equivocaba, al darme la vuelta observé a un hombre de bastante más edad que yo, aunque soy mala adjudicando edades me atreví a pensar que tendría entre 38 y 42 años, un hombre muy guapo con pelo corto, ojos azules y perilla al estilo de Gustavo Adolfo Bécquer, con su perilla recortada y un bigote fino, un hombre de espaldas anchas, pectorales y abdominales que no los dioses del olimpo como más tarde pude comprobar y culto, gracias a dios muy culto con el que pasé gran parte de la noche bebiendo, hablando y porque no bailando.
    
    Allí estaba yo una niña de 20 años bailando de forma sensual con un hombre que me doblaba la edad, los dos en la pista bailábamos al son de la música, subiendo mis brazos hacia arriba mientras que culebreaba mis caderas con él muy pegado a mí por detrás, con sus manos en mis caderas, con sus manos casi rozando mis pechos, sentía sus manos cada vez más cerca, cada vez su cuerpo se pegaba más a mí hasta poderlo sentir rozándose con el mío, mis amigas me miraban, se reían y calentaban más y más a sus sementales, hasta que fueron desapareciendo poco a poco para luego al cabo de las horas aparecer con la ropa un poco arrugada o mal puesta.
    
    De las cuatro yo fui la única que no folló esa noche, quizás porque al final me acobardé por ser un hombre mayor, no lo sé, pero el ...
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