Las refugiadas - Primera vez - Relatos Eróticos

Las refugiadas - Primera vez

... poco y se la metió por el culo.

Ella trató de sacarlo y la sujetó con más fuerza por el abdomen pegándole a él. Pese a que estaba menos apretada sentirla ahí dentro hizo que se le endureciese más y que en pocos minutos se corriera.

—De ahí no te la voy a limpiar con la boca —protestó ella.

—No lo espero.

—Gracias.

—¿Por no esperarlo?

—No. Por hacerme el amor. Lo necesitaba.

Él se levantó y fue al bañó a limpiarse. Cuando regresó para decirle a ella si quería limpiarse estaba durmiendo. Se acostó a su lado.

A las seis menos cuarto sonó el despertador. Joaquin se levantó y se metió en la ducha. Tras remolonear un poco Rosa Maria lo siguió. Cuando entró en el baño ya estaba secándose.

—¡Qué rápido! —se extrañó ella metiéndose en la ducha—. Creía que nos ducharíamos untos.

—¿Esperabas un polvo mañanero? Lo siento. Tengo que decir que no tengo tiempo para ello. En media hora me voy a llevar a mi hermano.

—Y a mí, espero.

Sonó su WhatsApp y miro el móvil.

—Va a ser que no. Tendrás que esperar a medio día que vuelva a comer, porque la mañana la tengo ocupada y mi hermano no quiere compartir su viaje.

»Compréndelo… es mi hermano, pero también mi cliente. Aunque lo sea fuera de la plataforma.

—¡Pero yo no puedo pasarme toda la mañana aquí encerrada! ¡Me volveré loca! Necesito ir con mis amigas.

—Te puedo llamar a un compañero.

—¿No me puedes llevar tú? ¿Ni como tu acompañante?

—No. Mi hermano no quiere que vayas en la cabina.

—¿En la cabina? —Jonatan asintió—. ¿Y si voy en el maletero? Él no tendría por qué enterarse.

—¿En el maletero? ¿Cómo una perra?

—Guau.

Ambos empezaron a reírse. Al final tomó un café, pues no tenía hambre para más, se vistió y se ocultó en el maletero. Joaquin fue a recoger la cama antes de irse y maldijo al ver la mancha de sangre en las sabanas. Las cogió y las metió en el cesto de la ropa sucia. Esperaba no haberla dañado al darle por culo. Salieron hacia la casa principal.

Después de dejar a Alberto, su hermano, en la puerta del edificio donde tenía la oficina se alejó unas manzanas antes de sacar a Rosa María del maletero y sentarla a su lado. Le llevó al piso que compartían Danuta y Jitka. No se atrevió a hablar con Rosa sobre la procedencia de la sangre.

No sé si este relato aparecerá duplicado. El primero de repente despareció. Ni estaba en pendientes ni estaba publicado. Este contiene algunas puntualizaciones que espero eviten los problemas que sospecho.