1. Show sexual de mi mujer en el Caribe (parte 6)


    Fecha: 25/04/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Dayenorius1, Fuente: CuentoRelatos

    Mientras íbamos al restaurante del complejo hotelero con Luli, mi mujer, nos cruzamos con los animadores Kevin y Coqui, que venían de los alojamientos del personal, ambos impecables con camisas entalladas y bermudas ceñidas en tonos pastel. Los saludamos, mi mujer les comió la boca a ambos, totalmente desatada y los invitó a cenar con nosotros.
    
    Trataron de excusarse, pero ella insistió y se dirigió resueltamente al maitre, sonriéndole con malicia. Le pidió una mesa para cuatro pues tenía invitados y era su primera noche en el hotel. Con gesto adusto, buscó y rebuscó en su planilla hasta que halló un reservado que había sido recién desocupado, pero que aún no estaba disponible, si podíamos esperar. Encantados y agradecidos, dijo Luli, relamiéndose.
    
    Tomamos un trago mientras aguardábamos y ella no dejaba de coquetear con ambos, acariciando sus brazos y acercándose a sus cuerpos con atrevimiento. Ya se notaban los bultos en sus bermudas, cuando se acercó un joven camarero, Andy, para llevarnos a la mesa. Tostado por el sol, lucía encantador con su pelo castaño claro, corto, pero con un mechón rebelde sobre la frente que lo hacía más simpático, ojos celestes, cara ligeramente angulosa rematada en una barbilla hundida y un cuerpo esbelto de atleta, con acento extranjero. También lucía una variante del uniforme del personal, camisa entallada color salmón y bermudas ceñidas color crema, que destacaban su silueta y atraían nuestras miradas.
    
    Nos condujo hasta el reservado, invitándonos a mi mujer y mí a sentarnos del lado de la pared, frente a frente, y nuestros acompañantes a cada lado, Kevin del suyo, Coqui a mi izquierda, con los muslos bien pegados entre nosotros.
    
    -¿De dónde sos?, le preguntó Luli al camarero.
    
    -De Toronto, estoy estudiando español y hostelería, respondió solícito el canadiense, sin sacar los ojos del escote generoso de mi mujer.
    
    -Hablás muy bien castellano.
    
    Agradeció, nos repartió el menú y llegó Adriano con la carta de bebidas. Otro bombón el colega, también tostado, bien formado, pelo y ojos negros, pestañas que parecían pinceles, brazos musculosos sólo lo necesario y una sonrisa que derretía las velas. Los caribeños pidieron cervezas y nosotros un Chardonay que nos recomendó Adriano.
    
    Dimos cuenta de la lasaña de verdura con salsa rosé y pesca del día con verduras al vapor, mientras con las manos libres acariciábamos los muslos de los compañeros de asiento. Luli no dejaba de gemir y decir qué rico a cada bocado, mirando a Kevin y chocando sus copas. Coqui se dejaba hacer y cuando llegué a su bulto, noté que ya estaba al palo, como yo.
    
    Dejé caer la servilleta y descubrí el motivo de los gemidos de mi mujer. Estaba sobando la pija erecta de Kevin sobre la bermuda, mientras él hurgaba en su tanga con los dedos. Me alcé sonriente, le guiñé el ojo a Luli y le mandé un beso al aire, gesticulando un te quiero con mis labios. Igual, vocalizó ella, devolviendo el beso con creces y sobresaltando a Kevin. Supongo que ...
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