1. Dulce espera con mi Lyon, Final.


    Fecha: 07/06/2020, Categorías: Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    Antonio llegó con seis toallas y un almohadón, me hicieron alzarme de la mesa que se había transformado en camilla, casi se me sale mi coprolalia contra estos dos que me trataban desconsideradamente, a duras penas me retuve y solo emití algunos quejidos cuando me volvieron a recostar, el doctorcillo me tocaba mi inflamada vagina y decía algo así como ―push … push … push ― me volví a preguntarle a Antonio― pero ¿qué quiere de mi este tipo? ― Antonio me tenía de la mano y me dijo, quiere que pujes, tienes que pujar.
    
    Estaba terriblemente nerviosa, mi frente estaba toda sudada, también mis pechos, intentaba con todas mis fuerzas de pujar y pujar, mis contracciones iban y venían, mis venas se me marcaban en mi cuello a causa de la fuerza que trataba de inducir hacía mi canal vaginal, yo quería que mis bebes descendieran desde mi útero y nacieran a este mundo despiadado, yo estaría ahí para amarlos y protegerlos, pero no sucedía nada.
    
    El doctor preguntó cuantas semanas tenía de embarazo, le conteste que eran ocho semanas y media, moviendo la cabeza él dijo algo en su idioma que nadie entendió, dándose cuenta de esto, en su mejor español él dijo ―posible parto prematuro … posible … yeah ― Antonio lo miraba sin entender, intercambiaron algunos comentarios en inglés ―¿qué dijo? … ¿qué dijo?― le pregunté ansiosa ―dice que es un parto prematuro … que se te rompieron las aguas antes de estar lista para el parto ― me respondió Antonio ―¡No! … no puede ser … yo los siento … están bajando … tengo que pujar un poco más … ven ayúdame tú … dame tu mano y ayúdame … te lo ruego … mis hijos deben nacer― dije yo sollozando y desesperada, Antonio me cogió la mano.
    
    Comencé a hacer una fuerza desesperada, procurando que los músculos de mi vagina ayudaran a mis bebes a salir y respirar ―¡Ahí! … ahora vedere algo … ― dijo el doctorcillo, yo continuaba a pujar con más fuerza aún, estaba en lágrimas y pujaba y pujaba― ahora vedere uno … aquí tengo uno ― dijo ―venire otro … vedere otro― repetía el matasanos, yo intentaba ver algo, pero como me habían puesto una toalla grande en las piernas, no podía ver ni siquiera al doctor, solo lo escuchaba que entre entusiasta y emocionado recibía a mis bebes ―еще один … uno más … otro y otro … ― dijo el ruso, luego se levantó y en una toallas tenía envueltos cuatro cachorritos color café con leche, eran bellísimos, eran mis hijos, los hijos de Lyon y míos.
    
    Resultaron ser dos hembritas y dos machitos, los tengo juntos a mis tetas y los turno para hacerlos mamar de mis pechos hinchados llenos de leche, el ruso me saco cientos de fotografías y luego se llevó un pedazo de la placenta y muestras sanguíneas mías y de mis bebes, dijo que era algo inaudito que, si pudiéramos ir a Rusia para hacer ulteriores estudios, necesitaban ver mis cromosomas y hacerme un mapeo genético y habló de miles de exámenes y pruebas ―¡No! … yo de aquí no me muevo … mis bebes nacieron bajo este cielo y este cielo los protegerá y esta tierra les dará un ...
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