1. Vaya aniversario del colegio


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Confesiones Autor: Astrid Carolina, Fuente: CuentoRelatos

    ... sandalias de tacón. Tenía una sensación de adormecimiento y sueño. Me recosté en el sofá y empecé a cabecearme.
    
    - Ricardo y ahora que hacemos con esta cojuda. Yo no pienso llevarla así a su casa. Llévatela tú en la camioneta.
    
    - Estás huevón. Es tu amorcito de colegio. Asume pues.
    
    - Esta puta se va a quedar dormida. Ya son casi las cuatro de la mañana, conchasumadre que hacemos.
    
    Media somnolienta y entreabriendo los ojos sólo atiné a decirles: chicos, no se preocupen. En mi cartera tengo una tarjeta de un taxista, voy a llamarlo. Pablo cual es tu dirección, le pregunté. Llamé. Aló, si por favor, me puedes hacer un servicio, le dicté la dirección.
    
    Ya chicos en cinco minutos llega el taxi, no se preocupen por mi. Los quiero mucho. Se portaron muy bien, pero igual yo voy saliendo para que me recoja de la esquina, así se liberan de esta putita, dije en tono de molestia.
    
    - Chau preciosa. Hasta la próxima reunión de ex alumnos, me dijo Pablo, mientras me nalgueaba.
    
    Como pude salí de la casa. Intentaba caminar pero me sentía tan mareada que me costaba demasiado. Sentí frio. La brisa de la mañana golpeaba mi cuerpo. Mis piernas ya no tenían la protección de mis medias. Dios sabe donde se habrían quedado. Sentí algo húmedo. Me toqué el muslo y sentí algo pegajoso. Seguí caminando y ni bien llegué a la esquina las luces del taxi me anunciaron su llegada.
    
    - Buenas noches. Que tal estuvo la reunión? Bien, bien, contesté. Y subí con esfuerzo. Parece que se pasó un poco de copas. Pero está bien, de vez en cuando hay que darse un gustito. Ajá, balbuceé.
    
    Mientras me llevaba a casa, se me cerraban los ojos y como que me quería cabecear un poco. Ya las luces de la mañana como que querían aparecer. Abrí los ojos y estábamos por el malecón. Para un momento por favor. Quiero ver el amanecer. Me bajé del taxi, y tropezándome por los tacos y las piedras avancé desde la vereda hasta casi la orilla. Hacía muchos años que no contemplaba el amanecer frente al mar. Una ligera brisa movía mi cabellera, extendí los brazos como para sentirla en su plenitud, cuando de pronto siento una presión en mi espalda y unas manos en mis senos acariciándolos.
    
    - Un amanecer casi tan lindo como usted señora.
    
    No dije nada, ni retiré sus manos. Dejé que siguiera acariciándome los senos, volteé la cara ligeramente buscando la suya y lo besé. El ni corto ni perezoso, aprovechando la situación, me besaba con todo y lengua. Me abrazó por detrás, me mordía el cuello, yo solo me dejaba, soltando de vez en cuando un gemido.
    
    Como te llamas, le pregunté. Mario. Para servirla, contestó de inmediato. Mira que preciosa la inmensidad del mar. Hace buen tiempo que no amanecía en la playa, sabes. De joven solíamos pasar buenos momentos con mi enamorado contemplando el mar, el ruido de las olas y la brisa ligera del amanecer.
    
    - Yo podría ayudarla a recordar esos bonitos momentos si usted me lo permite? Sonreí, y le dije, por supuesto que te lo permito.
    
    Ni bien terminé ...
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