1. Empresa de azotes.


    Fecha: 20/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... castigo y hay quien lo hace nada más acabar. Lo más difícil, por muy profesional que se sea, al menos en mi caso, es evitar empalmarse... podría decir que estoy marcando paquete la mayoría del tiempo ya que los culos me vuelven loco. Es innegable que la atmósfera, incluso cuando es de castigo, tiene un componente sexual muy importante con el que hay que lidiar.
    
    Otros clientes vienen por cuenta propia... aquí hay mucha variedad y un protocolo menos estricto. El sexo, como decía, no es una opción en horarios de trabajo. Pero aparte de eso, abrazos para consolar, caricias y masajes son permitidos. Lo que más me gusta de mi trabajo es interactuar con la gente, conocer sus problemas, ver que les estoy ayudando. No soy un iluso, sé que el método no es la panacea, pero quiero pensar que ayuda. Una de las cosas que más me gusta, aparte de ser el primero en examinar un culo en el cuarto oscuro, es extender cremita por las nalgas de las chicas, manosear esos culitos enrojecidos notando, en muchas ocasiones, la excitación provocada por el correctivo.
    
    Hoy hemos tenido sesión de "teatro", una chica y un chico, vecinos en la vida real, han pedido ser castigados por pelearse en una disputa vecinal. Yo hago de juez y les interrogo, Sandra esta disfrazada de policía al igual que Pablo y Laura vigila a las diez personas que pagan por acudir al "proceso" como audiencia. La chica ha pedido que uno a uno, cada miembro del público, la acuesten en su regazo, la digan que ha sido una chica muy mala y la propinen un par de nalgadas. Por su parte el chico recibe el castigo sobre un banco de madera, tumbado boca arriba, con sus vergüenzas a la vista de todo el mundo. Sandra le sujeta las piernas en alto mientras Laura le pega con un cepillo.
    
    Esta tarde ha venido a casa Lucía, una de las clientes, una mujer de unos 45 años con un culo soberbio y unas tetas que no se quedan atrás. Lo hemos hecho en la cocina, ella apoyada contra la encimera y yo detrás, introduciendo mi duro pene en su húmeda vagina. Ha gritado de placer. Le he sobado las domingas y le he chupado los pezones con pasión, hipnotizado bajo el embriagador olor de su perfume y de su piel.
    
    Mañana viene Mónica, más menuda, más joven, pero igual de apetecible. Llámenme superficial si quieren. Pero nunca antes había tenido encuentros tan placenteros donde sexo y conversación se entrelazan. Porque las chicas son clientes que nos han contado cosas. Hay cierta empatía, no es solo carné, hay también alma.
    
    Un día, ese es mi sueño, encontraré una mujer con la que poder compartir todo. Quizás deje este mundo para dedicarme a disfrutar del verdadero amor. Pero hasta que eso llegué voy a disfrutar de mi trabajo, ayudar y animar a la gente con la que me encuentre en esta aventura y todo eso sin dejarme los ojos en frente a una pantalla de ordenador impersonal. 
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