1. LEYENDO EL DIARIO DE PIRUCHA.(IV)


    Fecha: 14/04/2020, Categorías: Bisexuales Fetichismo Gays Autor: Ruizy, Fuente: SexoSinTabues30

    ... ayudábamos a hacer la misa. Debo haber tenido entre 9 y 10 años. El cura siempre me tenía regalos que debía acompañarle a buscarlos a su pieza. Una vez que llegábamos a ella, me sentaba en sus piernas y me acariciaba las nalgas, a las que podía acceder muy fácilmente porque usaba pantalón corto. No pasó de eso, pero me dejó una sensación de frustración el que nunca pasara de allí. Y el juego se cortó sin que yo supiera qué venía o porqué concluyó.
    
    Naturalmente, que yo lo cuento al revés: que sólo fue una vez y que yo me espanté y me fui no sin antes insultarle. Nada más lejos de la realidad. Yo esperaba ansioso la hora en que me llevaba a su pieza y jamás protestaba porque me agarraba el culo. De él me quedó esa sensibilidad perineal, aunque nunca llegó hasta ahí.
    
    Mi primo. Cuando tenía once años, íbamos al sur a veranear. Como siempre éramos muchos, nos tocaba dormir de a dos en las camas. A mí me tocaba dormir con un primo que tendría uno o dos años menos que yo. Ya en esa época sabía lo que era el coito y también tenía referencias del coito anal.
    
    Así que entre promesas y amenazas, lo llevaba hasta el excusado del fondo de la propiedad y ahí intentaba penetrarlo, con gran protesta de él que acusaba el dolor. Claro y cómo no le iba a doler, si no usábamos nada para lubricar su apretado hoyito.
    
    Hasta que una vez, lo llevé al excusado que estaba en la sala de baño. Allí había jabón así que le llené el culo de espuma de jabón y enseguida le enderecé mi miembro que con la excitación estaba como fierro. Esa vez logré penetrarlo, pero el grito que dio, me hizo asustarme y se lo saqué inmediatamente. Después de eso, se me negó varias veces, hasta que accedió con la promesa de que después yo le dejaría penetrar mi culo.
    
    Así lo hicimos. Lo penetré, esta vez con aceite de comer le embadurné el orificio y logré hacerlo, Sólo que después no supimos qué seguía. Me cobró la palabra. Me di vuelta y me bajé los pantalones y el calzoncillo, me quedé esperando, excitado lo que vendría. ¿Lograría alcanzarme y ponerme su pequeño penecito en el culo? ¿Lograría introducirlo? Y esa duda y la espera se mantienen hasta hoy. Porque cuando se disponía a hacerlo, alguien se dirigía a la pieza en que estábamos encerrados. Nunca más volví a verlo. Ese fue el último año de nuestras vacaciones en el sur. Él se fue junto a su familia a una ciudad en el extremo sur y en un terremoto, murió junto a mi tía y sus hermanos.
    
    Juegos solitarios. Como ya no tenía compañero de juegos, empecé a idear juegos en solitario. Empecé a darme lavativas y a meterme lo que encontraba que tuviera forma de pene, aunque de tamaño pequeño. Gotarios me servían para introducir agua en mi sediento culito. Mi madre mantenía cánulas de diverso tamaño y las usé cada vez que iba al WC. (CONTINÚA)
    
    En nuevas entregas del diario podrán encontrar nuevos relatos de las aventuras de Pirucha relatadas con su estilo de confusión premeditada de realismo y ficción, erotismo y pornografía.
    
    Dejen ...