1. Madre hot: De viaje con el enemigo (1)


    Fecha: 16/04/2019, Categorías: Confesiones Autor: Alexandre, Fuente: CuentoRelatos

    Mis malas calificaciones pasaron factura. Durante aquellas cortas vacaciones habría de trabajar como un operario más en la empresa de transportes de mi padre. De recadero, pagando y cobrando facturas, atendiendo el teléfono... y todo lo que se terciase en una jornada laboral de ocho horas.
    
    "Vas a saber lo que cuesta ganarse el pan", me había repetido una y otra vez mi padre. Bueno, eso de ganar no iba conmigo en aquel trance. Ni un céntimo percibía por mi faena, así que yo me las ingeniaba (había aprendido de mi madre, gran maestra del enredo) para sisar algún dinero en la caja que yo mismo administraba. No sabía papá que había puesto al zorro a guardar el gallinero.
    
    Aquella tarde, cuando me disponía a cobrar mi "sueldo" del montón de billetes que mi padre guardaba, sin demasiado control -todo hay que decirlo- en el cajón de su mesa de oficina en el garaje, tropecé con varias cajas de condones. ¿Para qué querrá papá los preservativos en la oficina?, pensé mientras apresuradamente sustraía la paga del día. Me sobresaltó a mis espaldas una voz desde la puerta. Era Tony.
    
    -Oye, chaval, ya sabes que tu padre ha decidido que mañana te vienes de "grumete" conmigo a un viaje de dos días.
    
    -¿Cómo? ¿Qué voy a tener que acompañarte en el camión?
    
    -Efectivamente. Salimos a las siete de la mañana. Y ponte ropa de trote, que vas a currar como una bestia.
    
    A las seis y media de la mañana ya estaba desayunado, duchado y vestido de faena. Mis padres y hermana dormían como marmotas. Ni tan siquiera se molestaron en despedirme en aquel primer viaje mío como auxiliar de camionero, que a mí me producía bastante inquietud. Y máximo, por ir acompañando a Tony, al que no podía ver a los ojos desde que se folló a mi madre. Solo en pensar que había de compartir horas y horas en la cabina del camión y una noche de alojamiento en un hostal de carretera, seguramente compartiendo habitación, me ponía de los nervios.
    
    Y así fue que con la salida del sol Tony y yo estábamos enfilando aquella carretera de mala muerte con un camión cargado de conservas vegetales de todo tipo, rumbo a la gran ciudad. El joven chófer es hombre de pocas palabras; entre canturrear y beber sus cervezas frías transcurría parte de su tiempo. Yo contemplaba el paisaje y de vez en cuando me asaltaban las imágenes que había visto en el espejo del armario desde mi escondite bajo la cama aquella tarde especial. No tardé en empalmarme al reproducir la escena de aquel gañán taladrando el coño de mi madre mientras esta pedía más y más poronga. Llevaba mis manos a la entrepuerta para disimular mi erección, pero Tony pronto se percató de ello.
    
    -¿Estás excitado, Álex? Yo a tu edad estaba siempre más salido que un mandril. Me mataba a pajas.
    
    Callé. Quería desviar la conversación pues había en mí una especie de rencor y satisfacción que no acababa de asimilar. Me excitaba el hecho de que aquel bruto hubiese hecho gozar a mamá como una perra, pero también me enojaba el empoderamiento de un ...
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