1. "La Chiquita"


    Fecha: 14/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Había sido un día triunfante para el sol de verano. A pesar de ser casi el crepúsculo, el pavimento, el aire, el carro,… todo permanecía ardiente como comal. La sed era ya añeja y ya no se contentaba con agua o refresco de ningún sabor o variante. Cuando entré al bar sentí calosfríos por la frescura. Estaba encandilado por el sol de afuera, de modo que mis pupilas difícilmente distinguían con claridad en la media luz del recinto. Escuché las voces femeninas del corrillo que estaba hacia unas de las esquinas del galerón; olí su perfume escandaloso que en automático, evocando otros momentos, hizo que la sangre se agolpara en mi verga, provocando un agradable cosquilleo.
    
    Me senté junto a la barra y pedí un agua mineral preparada. Las muchachas, después de secretearse, se acercaron a saludar. Una a una acudió a la barra exhibiendo sus mejores cualidades y me saludó de beso en la mejilla. β€œ¿A cuál le digo que te acompañe?”, preguntó el barman. Pero yo no quise comprometerme; le dije que me esperara en que se me apagaba la sed.
    
    Al rato le pregunté a cuál me recomendaba. A algunas ya las conocía; había dos o tres que no. Una de ellas, treintona de amplio caderas me llamó la atención. Le pregunté al barman sobre ella, y éste sonrió con desdén.
    
    β€œ¡Uhhhm, qué te diré,…!” Yo entendí el mensaje sin más palabras. Por lo que cambié mi pregunta: β€œ¿a quién me recomiendas?”, le pregunté.
    
    Me recomendó a La Chiquita. Y bien que le quedaba el apodo: chaparrita, delgadita, güera, bien acinturadita aunque francamente con los pezones casi pegados a los huesos. De unos 27 años, mamá de un hijo, según me contó. Era de charla amena, se dejaba manosear sin hacerse la payasa. Después de un trago, acordamos el precio y las condiciones: si bien la penetración sería con condón, la mamada sería a pelo.
    
    En el cuarto se empezó a desvestir. Le pedí que se dejara la tanga y los tacones. La puse en cuatro en la orilla de la cama y le empecé restregar mi verga en sus nalgas, desde la panocha hasta el culito. Ella
    
    β€”
    
    que sabe hacer bien su trabajo
    
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    fingía gemidos para que yo me calentara más.
    
    Cuando sintió que estaba en riesgo de que se lo dejara ir de un empujón, y sin condón, se dio la vuelta y se sentó en la cama de frente a mí. Agarró mi verga ya parada y sin recelo le empezó a dar de ricas mamadas a la vez que me la chaqueteaba. Yo la dejé que exhibiera sus mejores artes; luego, se la empecé a empujar más a fondo, moviéndome como si la estuviera cogiendo, pero ella no permitió que se le fuera toda, sino que hábil y sutilmente la ministraba con la mano, de modo que nunca me dejó que le metiera más de la mitad (y eso que mi verga no es grande, apenas normal diría yo).
    
    En cierto punto, en que sentí que estaba cercano a venirme, sutilmente la empujé con la mano para hacerle saber que parara. Ella me miró pícara a los ojos; extrajo el condón de su bolsa, le dio un par más de mamaditas a mi verga para que estuviera bien parada, y le puso el condón. ...
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